El viento sopla fuerte y hace mucho frío en Lobuche, uno de los dos llogarets que se encuentran en el glaciar del Khumbu. Ubicado a 4.900 metros de altura, sólo quinientos metros por debajo del campo base del Everest, éste es un lugar de parada obligada para reafirmar el proceso de aclimatación. Hoy es, por lo tanto, día de descanso para Oli y los dos Tolos. La gran montaña está más cerca y, por ahora, ya se han podido observar amplias perspectivas de las principales alturas de la región, como es el Pumori (7.165 m.) y la pared sur del Nupse (7.861 m.), entre otros. Al mismo tiempo, llegan buenas noticias de Katmandú para la expedición «Mallorca a dalt de tot. Everest 2006». Todo parece una premonición. A pesar de la huelga general y el toque de queda impuesto por el Gobierno de Nepal, el helicóptero pudo llevar la carga hasta el aeropuerto de Syngboche, cerca de Namche Bazar. Unos días más de retraso y la marcha de Oli y los dos Tolos hacia su objetivo hubiera empezado a peligrar. Sin embargo, como suele decir Tolo Quetglas, «En Nepal, todo se acaba arreglando».
La crisis política que vive Nepal se sigue con mucha inquietud desde el corazón del Himalaya. La distancia no aleja del mal la actividad de esta región, donde las comunicaciones aéreas son fundamentales y éstas han estado paralizadas desde el viernes pasado. Actualmente, son millares las personas que se encuentran en la zona del Everest, entre expedicionarios y turistas de montaña. Cualquier tropiezo en el aeropuerto de Lukla, puerta de entrada a esta área, puede resultar dramático. La actividad económica del área se basa, precisamente, en este turismo de aventura. Sólo Dingboche cuenta con 25 refugios y una población estable en temporada alta -de marzo a junio- de unas 500 personas. Estos días resulta casi imposible encontrar un «lodge» o refugio con plazas vacías. Mientras tanto, se crean nuevos en todos los pueblos del valle.
El camino hacia el campo base no tiene pérdida, una fila de personas, sherpas, portadores y llamas marcan el itinerario. En esta interminable procesión de alta montaña, los encuentros peculiares se producen con mucha asiduidad. La «fauna» del Khumbu es rica y diversa. Ayer mismo, los expedicionarios mallorquines tuvieron la oportunidad de conversar con Claudio Lucero, un escalador chileno de 73 años que encabeza una expedición de su país al Lhotse (8.414 m.). Él fue un de los componentes de la primera expedición sudamericana al Everest por la vertiente norte, en 1992, por la compleja vía de Kanjum. Lo han intentado cuatro veces pero sin éxito. Lucero acompaña ahora a un grupo de 14 chilenos que quieren conquistar la cuarta cumbre más alta del Himalaya en el cincuentenario de su primera ascensión. Este bombero voluntario e instructor de montaña formado en la antigua Unión Soviética (URSS) es un gran conversador. Por ahora, de las muchas cosas que contó a Oli y los dos Tolos, destacamos una para acabar. Con motivo del segundo centenario de la independencia de Chile, Lucero quiere promover el proyecto de los catorce ochomiles con escaladores del país.Joan Carles Palos