Republicanos convencidos, vivos y con una memoria que es un puro testimonio histórico. Así son Gabriel Joan y Josep Pons Bestard. Hablar con ellos es situarse en un contexto histórico que ya empieza a ser bastante remoto, pero cuyas consecuencias políticas aún son palpables. El republicano mallorquín Josep Pons Bestard, autor del libro «Memoria de Mallorca, 1936», defiende la veracidad de toda su obra, y asegura que para defender sus argumentos está dispuesto a «ir a la cárcel». Tiene 93 años, pero su memoria funciona a la perfección: «El día 14 de abril de 1931 fue un día que viví con especial intensidad. En Cort había mucha gente, repleto. Supongo que la misma gente, en lineas generales, que cinco años después coreaba ¡viva Franco! No tenemos remedio, los mallorquines son unos veletas. Durante esa jornada estuve todo el día en la calle, había un gran entusiasmo. Hoy en día aún tengo en mente los nombres de republicanos ilustres: Toni Pou, Fernando Pou, Francisco Julià Perelló, Virgili Penyaranda, Pep Agustí Palmer (periodista de gran confianza de Pep Tous). Analizar ese día no tiene comparación con los terribles hechos que ocurrieron después, cuando hubo el golpe militar. En su día callé muchas cosas por miedo, que ahora he perdido porque tengo mis años y no creo que ya nadie me haga nada».
Por su parte, Gabriel Joan, histórico militante de UGT y líder del PSOE en la clandestinidad en los tiempos más duros del franquismo, recuerda -a sus 95 años- la jornada histórica con gran precisión: «Yo en esa época tenía 20 años. Era, soy y seré republicano. Porque creo que la República favorece la igualdad entre las personas. Sin embargo, debo matizar que el rey Juan Carlos lo ha hecho muy bien, y que gracias a su acción, la democracia fue otra vez posible. Por eso me declaro republicano, pero con un gran respeto al Rey. El 14 de abril del 31 yo estaba en Consell, trabajando en una fábrica. Y fui corriendo a Alaró, porque en la Casa del Poble se estaba celebrando el advenimiento de la República. No teníamos bandera republicana y sacamos la socialista. Estaba lleno de gente y de animación. Al día siguiente, se brodó una bandera republicana grande. Era una bandera estupenda, grande. La gente se reunía en la parte alta del pueblo, y hablaba animadamente. Yo saqué la bandera. Rosselló dijo algo así como «somos gente de orden, pacífica y democrática. Que el orden esté siempre presente».
Joan tiene también varios nombres en mente: «Enseguida nombraron una comisión gestora, formada por Pedro Rosselló Oliver, Toni Rayó Rotger y Pere Antoni Rotger Reynés. Al cabo de unos meses hubo elecciones. En Alaró, el Partido Liberal se adaptó a la nueva realidad y se convirtió en el Partido Republicano de Centro, que luego gobernaría con los socialistas, siendo Rosselló finalmente el alcalde. Finalmente, un 4 de diciembre de 1936 apareció Rosselló asesinado». Joan concluye «El día después de la proclamación de la República fui a la fábrica de Can Tampó, y me despidieron. Entre el empresariado la República no estaba bien vista. No les gustaba. Una gran parte del empresariado apoyó después el golpe de Franco. Yo me quedé sin trabajo, pero Rosselló me puso a trabajar en la carretera de Consell-Alaró. Y así pude seguir».