El 'macrobotellón' celebrado en Palma en la noche del sábado resultó multitudinario y no se registraron incidentes de importancia, lo que parece demostrar que los mecanismos de control y seguridad puestos en marcha por las autoridades funcionaron y, por otro lado, que el objetivo de estas convocatorias no es, por lo general, tanto el consumo desaforado de alcohol como la necesidad de reunión y de realizar una actividad en grupo que tienen, hoy por hoy, los jóvenes mallorquines, al igual que sucede con los del resto del país.
Sin embargo sí cabe puntualizar algunas cuestiones que deben tenerse muy presentes. Aunque no es la norma, se producen algunos casos de intoxicación etílica que deben llevarnos a plantear serias campañas de prevención y de control. El civismo de los jóvenes es otra de las cuestiones que debe tenerse en cuenta, para evitar que se acumule la suciedad en la calle y, por otro lado, evitar la molestia que el ruido excesivo puede causar al vecindario.
Es evidente que nos encontramos ante una moda forzada por los elevados precios en los establecimientos destinados al ocio juvenil, pero también por la ausencia de alternativas que resulten atractivas.
En cualquier caso, parece que nos hallamos en un momento en el que sería preciso afrontar de forma seria no ya sólo las causas de este fenómeno, que se ha extendido como la pólvora por todo el Estado, sino también qué opciones somos capaces de ofrecer para que los jóvenes no tengan que recurrir a la calle para sus reuniones de esparcimiento.
Mientras tanto, la tarea educativa, la de previsión y la de prevención son fundamentales si queremos evitar problemas más graves y serias incidencias.