«Cuando se habla de seguridad en el sector de la aviación comercial hay que buscar un equilibrio para no martirizar al pasajero; además, en el mundo de la seguridad en los aviones siempre han existido paranoicos», afirmó el teniente coronel del Aire Roberto Pla, que ayer pronunció una conferencia en Son Bonet invitado por la Fundación Aeronáutica Mallorquina. Roberto Pla (Lleida, 1958) fundó la Asociación Aire, cuyo fin es dar a conocer la aeronáutica principalmente a través de internet, y desde 1997 escribe sobre aviación en la «Revista de Aeronáutica y Astronáutica». Fue premiado con el galardón «Josep Canudas» otorgado por el Ajuntament de Barcelona por la tarea realizada en la difusión de la cultura aeronáutica. Ingresó en el Centro de Selección de la Academia General del Aire en 1976.
Considerado un experto sobre medidas de seguridad, en su conferencia, precisamente, se refirió al vuelco espectacular sufrido en esas cuestiones tras los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos. «Viajar en avión siempre ha sido seguro, pero nuestra percepción sobre la seguridad aérea varió mucho tras el 11-S. Ese es un hecho incuestionable. Los gobiernos encontraron con esa acción terrorista el argumento idóneo para restringir las libertades de los pasajeros, y lo que antes nos parecía simplemente fastidioso, como la revisión exhaustiva del pasajero y su equipaje antes de volar, ahora lo vemos como algo normal y rutinario», declaró a Ultima Hora. Según Pla, «las medidas de seguridad en la aviación comercial deben ser coherentes».
«De nada sirve una caja fuerte sin puertas, ni tampoco una con las puertas abiertas. Ni lo uno ni lo otro. El vuelo debe ser seguro sin incordiar al pasajero. No olvidemos que en el sector de la seguridad siempre han existido paranoicos, que ven amenazas y peligros por todos lados. Si les hacemos caso, no cogeríamos el coche ni tendríamos que salir a la calle para que no nos caiga un macetero en la cabeza», señaló. El experto insistió en que lo más importante cuando se aborda la cuestión de los vuelos comerciales tras el 11-S «es el equilibrio». «En ocasiones, los pasajeros de los aviones pueden sentirse como protagonistas de un programa de televisión como Gran Hermano, permanentemente vigilados, y eso ocurre porque los gobiernos han restringido las libertades tras el 11-S», afirmó.