Pocas cosas pueden hacer tan feliz a un niño como decorar su hogar con motivos navideños. Los más jóvenes están deseando que llegue la Navidad para adornar toda su casa con un gran árbol, decenas de bolas de cristal y guirnaldas de colores, entre otras cosas. Cuando empieza diciembre, los padres ya lo saben. Sus hijos están a punto de pedirles lo de cada año. Ha llegado la hora. Pero existe una tradición típica de fin de año que supera al resto, el culto a los belenes. Quién no ha disfrutado de niño buscando una casita de madera -o de corcho- adecuada para montar el nacimiento de Jesús, con las figuras perfectas para el portal de belén más mágico que cada persona pueda imaginar.
En estas fechas todo se magnifica. Por eso, representar algo que sucedió hace 2006 años y que se revive cada año, adquiere la misma o más fuerza que la última vez. Todos los niños imaginan cómo quieren que sea su portal. Algunos lo prefieren idéntico al del año pasado. Otros completamente diferente, y colocan todas las piezas nuevas cada diciembre. También hay otro tipo de jóvenes amantes de los belenes que prefieren ir agrandándolo cada año. Se van a la Plaça Major, o a otro sitio similar, y compran nuevas figuras en los puestos que cada Navidad hay instalados en este emplazamiento palmesano. Ya sea una gallina, un puente, un pastor o un ángel -porque el que tienen ya está viejo-. Todos son bienvenidos en su portal de Belén. Algo parecido les sucede a Tomeu Garau, Maria Àngels Castelló, Belén Aguilar, Carmen Ferrer, Carolina y a los hermanos Josep y Toni Torregrosa y Aaron, Aitor e Isaac Muñoz. A estos diez jovencitos les encanta observar el nacimiento. Algunos son muy pequeños todavía para conocer el valor real de lo que representa. Otros, en cambio, ya lo saben. Pero tanto unos como otros disfrutan viendo cómo las brillantes luces que les han instalado alumbran la cálida escena de cariño.
El culto a los belenes no está sólo en los hogares. Sólo hay que darse una vuelta por Palma para poder observar varios tipos de nacimientos. Como el de los oficios, que está instalado en el Ajuntament de Palma. O el más contemporáneo, que está en Can Marquès.
Javier J. Díaz