El fin de año constituye una ocasión muy especial para degustar unos mariscos con cava en familia o con los amigos, en casa, en los múltiples restaurantes que ofrecen los más variados menús o en los hoteles, con el complemento festivo de las doce uvas y el cotillón. Como lo atestigua la demanda que tenían ayer estos productos del mar en los distintos mercados de Palma.
Complementos idóneos para una suculenta cena o como platos únicos en el caso de una dieta más sobria que, para fortuna de los consumidores este año se ofrecen a unos precios bastante contenidos, dado el alto nivel de pesca registrado durante las últimas semanas debido al relativo buen tiempo en el mar. Una realidad que contrasta con los que presentaban semanas antes de Navidad, cuando debían estar más bajos y tambien en contraposición a los de otros años en que por estas fechas podían costar el doble de lo habitual. Es el caso de las almejas, que ayer en el mercado del Olivar, muy animado toda la jornada, se vendía a una media de 14 euros el kilo, o el mejillón a 3,50, el berberecho a 12,35, la escopiña a 21, el centollo a 18, el cangrejo a 22, o el bogavante a 28. Un ejemplo llamativo es el de la gamba mallorquina, que en víspera de Nochebuena alcanzó los 95,00 euros el kilo y ayer estaba en 76,00, igual que una langosta, bonitos ejemplares de distinto tamaño que en este fin de año abundan más que en semanas anteriores. En el caso de los percebes, los precios pueden oscilar entre los 40 euros y los 300 o más el kilo según la procedencia, ya sean marroquíes y chilenos o gallegos, de mayor calidad.
En el caso de la fruta reina de la Nochevieja, las tradicionales uvas de la suerte, ayer mantenían los precios de estas Navidades en torno a los 3 euros el kilo, con la excepción de la variedad sin pepitas procedente de Sudáfrica que puede rozar los cinco euros. Otras frutas fuera de temporada que tambien abundan por estas fechas gracias al mercado de importación son la uva rosada, las cerezas, el albaricoque, el melocoton y los lichis, ideales de postre tras la cena de fin de año.
G. Alomar