Mama quiero ser actor». Ésta es la frase que muchos niños
repitieron antes de apuntarse a las clases de interpretación que
organiza el Teatre Sans para chavales a partir de 5 años. Los
grupos se dividen dependiendo de la edad de los participantes, es
decir en infantil y juvenil. Joan Pere, actor y profesor de este
curso, señala que el objetivo de éste no es tanto crear actores
sino «potenciar ciertas disciplinas como la concentración, la
responsabilidad y la comunicación, entre otras». Al ser una
actividad voluntaria, estimula a los niños y estos aprenden el
lenguaje visual, el corporal y el verbal.
Las técnicas de enseñanza que se aplican dependen de la edad del
alumnado. Así, los más pequeños aprenden a través de distintos
juegos. La profesora del grupo de infantil, Mica Noguera, señala
que es la manera más divertida para que estos pequeños, de entre 5
y 8 años, aprendan y sobre todo «para que se les quite la
vergüenza». Juegan a las estatuas, imitan a distintos animales o
hacen improvisaciones. Con todo lo aprendido, al final del curso,
representan una pequeña obra de arte ante sus familiares. A pesar
de su juventud, estos pequeños ya tienen ídolos. Así a Ariadna, de
5 años, le encantaría convertirse en Dorothy, interpretada por Judy
Garland, del Mago de Oz. A Guillem, de 7 años, le gustaría hacer
una película de Harry Potter.
Los mayores tienen todavía más clara su decisión. A Miguel, de 9
años, le gustaría ser como Leonardo di Caprio y protagonizar
Titanic, mientras que Mireia quiere convertirse en una Nicole
Kidman porque «es una de las mejores actriz que hay ahora». Josep,
de 9 años, no tiene ningún actor favorito y señala que va a este
curso por diversión y porque «me gusta expresar mis sentimientos a
través de la imaginación». Él y su hermano gemelo, Miguel, se
presentaron a las pruebas de coro pero no los cogieron y les
sugirieron que fueran a estas clases porque tienen «muchas
cualidades escénicas».
Además de utilizar los juegos como método de enseñanza, a los
mayores se les explica cómo se crean los personajes de una obra y
los conflictos negativos o positivos que estos desarrollarán. Así,
a partir de unas pautas, ellos crean su propia historia que debe
tener planteamiento, nudo y desenlace. Una vez que la han
representado en grupo, el resto de sus compañeros analizan los
posibles fallos como pueden ser que la historia se haya contado
demasiado rápido, que no se hayan presentado los personajes, que no
se haya respetado el espacio o simplemente que hayan hecho
demasiado ruido durante la representación. De esta manera, los
chavales desarrollan la capacidad de crítica y aprenden a ofrecer
ideas. A veces incluso sirve como terapia para niños tímidos o con
algún problema.
Samantha Coquillat
Mamá, quiero ser artista
El Teatre Sans organiza clases de interpretación para niños desde cinco años