J.J.SERRA/P.CANDIA
El futuro de la Unión Europea (UE) tras el «no» de Francia y
Holanda al Tratado Constitucional y las divergencias sobre el
próximo presupuesto comunitario, la repercusión de las elecciones
alemanas, los efectos de la ampliación con Turquía, Bulgaria y
Rumanía llamando a la puerta, las relaciones internas de la UE y
con otras regiones del mundo... Éstas y otras muchas cuestiones
fueron tratadas ayer por el VI Foro Económico Anual Norte-Sur de
Europa, que se inició ayer y finaliza hoy en Palma, en la primera
ocasión que se celebra fuera de una capital de Estado y en un
territorio insular.
Con 150 participantes de 40 países y la presencia de 30 ex altos cargos (antiguos jefes de Estado, primeros ministros y ministros), la jornada de ayer se inició con una recepción y almuerzo en el Castell de Bellver para posteriormente abordar las ponencias en el Centre de Convencions del Hotel Melià Victoria. Jürgen Gramke, del Instituto de Asuntos Europeos y ex ministro alemán de Estado, fue el encargado de la introducción, mientras que el president del Govern, Jaume Matas, como anfitrión, y Sarik Tara (Turquía), fundador del foro, dieron la bienvenida a los presentes.
Pese a ser de bienvenida, el discurso de Matas fue muy reivindicativo. Apelando a la cohesión social, territorial y económica de la Unión Europa, el president expuso los hándicaps de la insularidad y las desventajas que ésta supone para el desarrollo económico, como las que sufren las zonas rurales, las de transición industrial, las transforentizas y las montañosas. Matas señaló que «no ha sido sencillo dar a entender los problemas estructurales de la insularidad: mayores costes de transporte, precios altos de producción, recursos energéticos y naturales limitados, tratamiento de residuos, economías de escala, mayores inversiones en educación y sanidad...».
Jaume Matas recordó que Balears y Canarias cuentan con regímenes especiales para garantizar unas mismas condiciones que en el continente «para así poder competir en igualdad y propiciar nuestro bienestar y contribuir al bienestar común europeo».
El alemán Klaus Hänsch, ex presidente del Parlamento Europeo (quien, por cierto, dio por segura una coalición entre los cristianodemócratas y los socialdemócratas alemanes tras las igualadas elecciones en aquel país), recordó que Francia y Holanda han dicho 'no' a la Constitución \132 Europea, «pero otros 14 países han dicho 'sí' y 6 han suspendido el proceso de ratificación. Pese a que se produce un mayor rechazo a lo europeo que en décadas anteriores, es posible sacar adelante el proyecto común, con más tiempo y no es imposible lograr la conformidad de todos los miembros, sin diferentes velocidades, pero ello no se consigue con un simple 'pintado', es necesaria una revisión. Sería una irresponsabilidad que la UE fuera un gigante económico y un eneno político».