Coincidiento con el inicio del curso escolar, los dirigentes del Partido Popular hacen «examen de conciencia» para afrontar los próximos meses con otro espíritu bien distinto al que les ha dominado durante el primer año y medio de legislatura. Así lo expresó su presidente, Mariano Rajoy, ante la Junta Directiva Nacional del partido, cuando se refirió a la necesidad de hacer «cruz y raya» para dedicarse a mirar hacia el futuro.
Eso es probablemente lo que muchos de sus votantes y militantes estaban esperando. Ya ha pasado el calvario y es el momento de centrarse para plantear los retos de los meses venideros. No olvidemos que el PP es el primer partido de la oposición, con un volumen muy considerable de votos que le avalan y esos millones de ciudadanos que el 14 de marzo del año pasado votaron al partido de Rajoy esperan una actitud positiva, constructiva y que permita a los populares recuperar el tono de liderazgo que lucieron durante las legislaturas anteriores.
No es eso lo que hemos visto durante este tiempo. El derrotismo, el afán por buscar culpables ajenos a su propia gestión, la negación a aceptar los resultados que arrojaron las urnas... fueron la reacción del PP en las semanas que siguieron a aquellos días de marzo. Ahora, pasados muchos meses, Rajoy ha decidido dejar aquello atrás y mirar hacia adelante.
Son muchos los asuntos de primera importancia que atañen al Gobierno de la nación y un partido de la envergadura del PP no puede permanecer más tiempo lamentándose. Bien al contrario, su equipo deberá estar atento para forjar una oposición dura, inteligente y tenaz, pero también constructiva, si quiere tener opciones a recuperar el poder en la próxima convocatoria electoral.