Después de más de un mes de incertidumbre, Matas ha decidido poner orden en el PP. Y lo ha hecho con contundencia y parando los pies al alcalde de Calvià, Carlos Delgado. La ejecutiva del PP balear acordó ayer exigir a Delgado que destituya a Joan Thomás, edil tránsfuga de Calvià, de todos los cargos que ostenta en el equipo de gobierno. En la misma y trascendental ejecutiva del PP, el alcalde de Ses Salines, Sebastià Vidal, anunció que dimitía por el escándalo de la legalización de sus cuadras. El dirigente del PP pidió perdón en la ejecutiva por el escándalo que le ha salpicado en su propio municipio. El gesto de Vidal no suele ser habitual en política y sólo por ello debe aplaudirse, aunque las irregularidades urbanísticas nunca tendrían que haberse cometido.
Pero la gran decisión política de la ejecutiva de Matas tenía como punto de mira Calvià. El acuerdo de la dirección de forzar a Delgado a destituir a Joan Thomás había sido anunciada hace tiempo por algunos dirigentes del PP balear, pero las declaraciones de Delgado habían provocado desconcierto, demasiadas dudas sobre una hipotética reconciliación con UM. Delgado, y conviene recordarlo, aprovechó una entrevista para criticar con dureza a sus socios de UM en Calvià y para ensalzar al edil Joan Thomás. Gran error estratégico de Delgado y de todos aquellos que le apoyaron. El PP no podía tolerar el desafío de Delgado ni consentir que su imagen se viese enturbida por alianzas con tránsfugas. Por encima de Delgado y sus compromisos está la necesidad mantener el pacto con Unió Mallorquina en el Consell de Mallorca y en otros municipios. Matas ha cumplido la petición de Munar y el pacto PP-UM parece que está garantizado. Sólo falta ver si Delgado ha entendido el mensaje.