Los centros de atención a las personas sin recursos o en riesgo de exclusión social que gestiona S'Institut están viviendo una situación tranquila durante los meses de verano, con disponibilidad de plazas en todos ellos, si bien se encuentran en unos porcentajes de ocupación media que ronda el 90 por ciento.
Fuentes de este organismo, dependiente del Consell de Mallorca, reconocieron que «la demanda no supera las posibilidades de los centros y todavía no ha habido ningún día en que se hayan debido habilitar plazas extra, pese a que el centro de Ca l'Ardiaca I, que gestiona la Asociació Es Refugi, ha cerrado durante los meses de julio y agosto, como viene haciendo desde hace algunos años, para realizar trabajos de limpieza.
La bondad climatológica y la situación personal de muchos de los habituales usuarios de esta red son las razones principales por la que estos centros disponen de espacio suficiente. Algunos de ellos optan por marchase a la Península si tienen familia fuera, otros tienen ocasión de trabajar en zonas costeras durante la temporada alta y se buscan cerca algún lugar para residir durante estos meses y también los hay que prefieren a dormir en la calle.
Casa de Familia es el centro que presenta una demanda más alta por lo que a sus plazas residenciales se refiere, ya que las 44 disponibles suelen estar ocupadas casi cada día. En cuanto a las 80 plazas de acogida temporal que ofrece este centro, éstas presentan una ocupación media del 95 por ciento.También es alta la ocupación de Ca l'Ardiaca II, un centro de baja exigencia con 52 plazas, de las que unas 49 (el 94,2%) suelen estar habitadas. Similar es la demanda de Sa Placeta, también un centro de baja exigencia con 60 plazas y una ocupación media del 96,6%; y del Albergue de Can Pere Antoni, que ocupa cada noche cerca de 43 de las 57 plazas de que dispone.
Por último, Turmeda, un centro destinado a la acogida de inmigrantes sin recursos, mantiene ocupadas unas 33 de las 45 plazas disponibles. Mayores problemas tienen en el comedor de Zaqueo -un centro que desde hace tres años ya no tiene camas-, donde durante los meses de julio y agosto las personas que prestan su ayuda se enfrentan a una demanda de cenas mucho mayor de lo habitual durante el resto de año y por encima de sus posibilidades.