El Port de Pollença, eu Mol para los locales, se transforma cada verano. Con la llegada de los cientos de turistas que cada año visitan el norte de Mallorca, la tranquilidad da paso al ajetreo, al ir y venir de mayores, familias y niños que lo gozan con las diversas oportunidades de ocio que ofrece la localidad pollencina. Y es que personas de todas las edades pueden disfrutar de una tarde de verano en Port de Pollença. Bañarse en el mar y descansar tumbado en la arena de la playa resulta un magnífico preludio para recorrer, cuando el sol ya no aprieta, el paseo marítimo. Allí los más pequeños pueden disfrutar con un improvisado espectáculo de marionetas, o maravillarse con las luces y colores que desprenden los múltiples puestos y tenderetes que hay a lo largo del paseo. En ellos, los turistas pueden obtener un azulejo con la huella de su mano grabada, un collar de alambre que dibuje su nombre, comprar cerámica tradicional mallorquina o, para los más atrevidos, hacerse unas trenzas al estilo africano, entre otras muchas cosas. Eso sin dejar de contemplar las obras de arte en que se convierte la arena de la playa, dando lugar a sirenas o castillos de hadas.
Si lo que se quiere es disfrutar de la buena mesa, los lugares para hacerlo son muchos y muy variados. Una terraza justo al lado del agua del mar, con música de fondo y buena cena marinera puede resultar un lugar idóneo para pasar una noche inolvidable. Con todo ello, ¡cómo resistirse a los encantos de Port de Pollença!
Miquel de la Rosa