La presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela B. de Carlotto, busca a su nieto Guido desde hace 28 años, cuando fue robado, «y aunque no tengo ninguna pista de su paradero, tengo esperanzas». «Laura, su madre, era la mayor de mis hijos, una estudiante universitaria opositora al régimen dictatorial, razón por la que fue secuestrada en 1978, estando embarazada, y tras dar a luz fue asesinada», rememoró. Durante estos años, puntualizó, «hemos encontrado y devuelto su identidad a 80 niños robados, de un total de 500 que se dan por desaparecidos, tanto en el país como en países europeos, como España». Estela B. de Carlotto participó ayer en la penúltima jornada de la Universitat d'Estiu d'Estudis de Génere en el Centro Cultural Sa Nostra. Durante su conferencia titulada «El tiempo y la memoria», recordó cómo nació la asociación civil: «Todas las mujeres que formamos parte teníamos nuestras vidas, pero nos convocó la historia de una dictadura». «Llamamos a muchas puertas, sin recibir respuestas, había en nosotras mucho miedo y soledad hasta nos fuimos encontrarnos y decidimos ayudarnos y fortalecernos». La Asociación se creó con el objetivo de localizar y restituir a sus familias legítimas a los niños secuestrados y desaparecidos a raíz de la represión política durante la dictadura argentina. «No sentimos odio, ni rencor, sino ganas de reconstruir lo que se destruyó y de que no se pierda la memoria de lo ocurrido».
El último de los bebés robados que ha sido encontrado es Pedro Luis Nadal, «que ahora es un joven de 29 años, cuyo padre fue apresado pero sobrevivió». También Pedro Luis intentaba reconstruir su historia, añadió, «porque tenía dudas. «Hoy ha recuperado su identidad y trabaja con nosotros». El caso de este joven no es único, explicó, «pues algunos al ser encontrados empiezan a explicarse sus infancias, con padres y madres que les maltrataron o abusaron de ellos». Para otros, en cambio, resulta más difícil, sobre todo cuantos más años han pasado, y «lo primero que piden es tiempo para asimilar la verdad». La mayor resistencia la presentaron dos chicas, narró, «pese a que una de ellas fue encontrada en 1986. Son esclavas del siglo XXI y rehenes de la dictadura», aseveró.
En la mayoría de los casos, los niños fueron robados por «los propios militares asesinos o civiles cómplices, que se los quedaron» y ya hay 140 detenidos por este plan sistemático de robo de bebés. Sólo 14 de los casos fueron adoptados por familias de buena fe que los encontraron abandonados «y a éstas no se les ha castigado». Sabedora de que les queda «el tramo final», «pues ya somos todas mayores», Estela se mostró confiada en el futuro, «porque tenemos el relevo asegurado gracias a nuestros hijos y a los desaparecidos que ahora colaboran con nosotras». También cuentan con el Banco Nacional de Datos Genéticos, «donde está nuestra sangre para ser comparada cuando sea». Durante estas tres décadas, además, «nos hemos ganado el respeto de la sociedad nacional e internacional. El Gobierno nos escucha y apoya y la gente por la calle nos pide que no nos rindamos, incluso aquí en Palma donde me han reconocido algunos compatriotas». Ante el papel de los hombres, subrayó que «quisimos protegerles, pues los militares son machistas y pensaron que las mujeres no íbamos a durar. Si llegan a saber que la lucha era para siempre más de alguna habría desaparecido». De hecho, confesó, «a mí intentaron asesinarme hace tres años en mi casa».