Norma Duval ha vuelto a Mallorca. A su casa de la Platja de Muro, en cuyas aguas se bañó ayer por la tarde. La artista llegó acompañada de una amiga. ¿Y Frade, dónde estaba? Pues a decir verdad, no le vimos por ninguna parte. Seguramente se quedó en Madrid. Tampoco podemos decirles si algún día a no mucho tardar se reunirá con ella aquí, en la isla. El verano pasado, ella permaneció casi un mes, prácticamente encerrada en casa, escribiendo sus memorias.
A decir verdad, y a pesar de que hicimos unas cuantas excursiones hasta su lugar de descanso, nunca la vimos. Bueno, sí. La vimos cuando abandonó la Isla, a mediados de agosto, para emprender un crucero por el Mediterráneo. Su despedida fue de lo más silenciosa, pese al revuelo que su presencia -y la de sus hijos- provocó en el aeropuerto. Y es que Norma, a pesar de la insistencia de los periodistas que hasta allí la habían seguido, no abrió la boca en ningún momento. Ni una palabra. Ni siquiera para decir «hasta la vista».
¡Cómo han cambiado los tiempos! O cómo ha cambiado Norma, sobre todo en su forma de comportarse con la prensa, tal vez porque ésta -y hablo en general-, sobre todo en los últimosaños -separación, embarazo, aborto y boda con Frade, además de antiguos profesores y amigos que han salido en los programas de pago contando cosas de ella-, no la ha dejado en paz, ni a sol ni a sombra. Tal vez por eso no es la misma. Tal vez...
Pedro Prieto