JAVIER J. DÍAZ/S.C.
Miles de estudiantes se enfrentaron ayer al examen más importante
de sus vidas: la temida Selectividad. El miedo escénico y los
nervios fueron los invitados de excepción de una «fiesta lectiva»
en la que todos los asistentes quieren pasarlo bien de la única
manera posible: aprobando. El pavor a llegar tarde por las
retenciones hizo que los vestíbulos de los edificios de la UIB y
sus alrededores se llenaran muy temprano de jovencitos. Una hora
antes de comenzar aparecieron los primeros grupos de estudiantes,
apuntes en mano, dispuestos a pasar, sea como fuere, el primer
escollo.
Algo parecido le sucedía a José, de San Cayetano, pero por otro motivos. «Estoy poco nervioso pero porque es el primero», manifestó minutos antes de comenzar el examen de Lengua y Literatura Castellana. Sobre este punto se mostró muy crítico y dijo que «la parte de física de la Selectividad la llevo perfecta, pero la de letras no tanto, nos la tenemos que tragar por obligación». Aida, del Antonio Maura, era más pesimista que sus compañeros. «No estoy nerviosa porque sé que voy a suspender», manifestó antes de explicar que «la decepción de septiembre -le quedó sólo el inglés- no supera esto».