La expedición «Mallorca a dalt de tot. Everest 2005» ya está camino de casa. Jopela, Oli y «los dos Tolos» (Quetglas y Calafat) se han despedido del Nepal con un «fins aviat». En la mente de todos -salvo Jopela, que ya ha anunciado que no vuelve a probarlo de nuevo- está la idea de que «la partida con la gran montaña no ha acabado, sólo ha sido aplazada». Este mediodía, los escaladores iniciarán un largo viaje que los llevará de Katmandú a Bangkok, y de allí a Madrid, haciendo escala en Roma. Finalmente, su llegada a Palma está prevista a las 15.30 horas de mañana. Un día y medio de avión que puede llegar a ser más duro que todo el trekking del Everest. Mientras tanto, continúan los problemas. La expedición no ha podido recuperar todo su material de montaña (dos tiendas de campaña North Face V-25, un saco de dormir, un bidón con comida y otro con ropa, además de las 54 valiosas botellas de oxígeno), que según las últimas informaciones permanecen en los almacenes del aeropuerto de Lukla pendientes de poder entrar en la bodega de alguna de las avionetas que a diario cubre el trayecto con Katmandú.
Hoy es el último día en Katmandú y todavía disponen de unas horas para poder confirmar la llegada del material. Si no es así, muy probablemente tendrán que hacer un acto de fe y confiar en que Thamserku, la empresa que les ha organizado los servicios de tierra durante toda la expedición, los envíe a Mallorca. La expedición mallorquina se reunió ayer con Jesús Calleja, el leonés que consiguió hacer cumbre en el Everest por la ruta sur el lunes pasado. El encuentro tuvo lugar en la mítica pizzería Fire and Ice de Katmandú, lugar de encuentro para la mayoría de expediciones.
Calleja ha sido el primer deportista de España y uno de los pocos internacionales -este año, tan sólo 39- en poner el pie sobre el techo del mundo. Su suerte fue «estar en el momento y en el lugar adecuado». En un intento desesperado cuando ya nadie creía que fuera posible, el escalador coincidió en el Cuello Sur con la expedición comercial de Mountain Madness, guiada por Williy Benegas. Mientras que otros grupos como el de Alpine Ascents International decidía retirarse por los fuertes vientos que soplaban a 8.000 metros, otros como el del argentino Benegas o el mismo Calleja y su sherpa Pasang decidieron esperar a ver qué pasaba. «De golpe el viento se detuvo y se produjo el milagro», explicó el leonés.
Joan Carles Palos