Miles de voces se dejaron oír ayer en Porreres por la lengua y la cutura propia. Fue en la VII edición del Acampallengua que convirtió desde primera hora de la mañana esta localidad del Pla de Mallorca en capital de las reivindicaciones nacionalistas.
Jóvenes, principalmente adolescentes, llegaron en grupos de todos los puntos de la Isla para instalarse en la zona de acampada. Un área de las afueras de Porreres que, a pesar de su extensión, unas tres cuarteradas, poco después de las 14.00 horas ya estaba ocupada al cien por cien y obligó a la organización a ampliarla para acoger a más de 7.000 jóvenes.
Paradójicamente, este era el primer indicativo de que la convocatoria funcionaba. La venta anticipada de abonos presagiaba en los días previos que el Acampallengua de este año conseguiria superar con creces la afluencia de las pasadas ediciones, situada en 12.000 personas. Y así fue.
Al cierre de esta edición Porreres parecía que había triplicado su población de 4.500 habitantes y las calles del centro estaban invadidas de una multitud que rejuvenecia la imagen habitual y rompía el apacible día a día. Por todo el pueblo había jóvenes. Por la mañana buscaban dónde instalarse, por la tarde participando en los diferentes talleres, asistiendo a conferencias, presentaciones de libros... o buscando una sombra donde descansar del fuerte calor. La organización hablaba ya de récord antes del inicio del concierto de rock.