Platja de Palma, principios de fin de semana. Comienza el repunte hacia arriba. Porque como bien nos decía un profesional de la noche, de lunes a jueves, el día y la noche están bien, y viernes y sábados, mejora. Ahora bien -aclara-, mucha gente pero no mucho dinero. O dicho de otro modo, más ruido que nueces. En parte, por el «todo incluido», y en parte también, porque la economía no permite excesos. El 6 es, naturalmente, el balneario 6, o ballerman 6, como le llaman ellos. Y está a tope; de momento con más gente que en ningún otro lugar. Unos se sientan en las sillas en torno a las mesas del balneario; otros sobre el murete que lo separa de la arena de la playa; y el resto sobre la arena. La mayoría son miembros de los kegel klubs, grupos de hombres y de mujeres, aficionados a los bolos o a cualquier otro deporte -fútbol, por ejemplo-, que ahorran una cantidad cada semana, y que vienen a Mallorca a vivir intensamente tres o cuatro días dinamitando esos ahorros más lo que cada uno pone de su bolsillo.
Parte de este ahorro se lo gastan durante el día, y el resto de noche y de madrugada. Algunos, para que les salga más barato, se agencian la bebida en supermercados y la escancian en cubos. Luego, a través de una pajita alargada y colorida, se la beben, ya bien sentados en ese murete o en la playa. La mayoría comen a base de bocatas o de combinados que engullen en los bares de enfrente.
Cuentan que cada día se gastan entre 25 y 35 euros en copas, aunque los hay que creen que el gasto es superior. Unos 50. Pero da lo mismo. Porque gástense lo uno o lo otro, se hace caja. Que peor sería que no vinieran. Bienvenidos, pues. Ahora sólo cabe esperar que venga un turismo de calidad y que desaparezca el turismo de bocadillo que prima hoy en día.
Pedro Prieto