En el campo base del Everest se vive un auténtico drama psicológico. Estamos a 24 de mayo y, por primera vez en más de 15 años, todavía nadie ha conseguido subir a la cumbre por la ruta sur, mientras que por la norte sólo el americano Michael Frank y la asturiana Rosa María Fernández han alcanzado su objetivo. Los 177 miembros de las expediciones que todavía permanecen a los pies de la gran montaña han empezado a desesperar. La mayoría instaló su campamento en abril con la idea de alcanzar el techo del mundo a mediados de mayo. Todavía nadie lo ha hecho. Las previsiones meteorológicas continúan siendo más que malas y la hipotética «ventana» entre los días 29 y 31 podría aplazarse hasta el 10 o el 12 de junio. Además, ayer entró la «jet stream» (corriente de origen térmico que actúa en la estratosfera) con vientos que superan los 100 km/h a partir de los ocho mil metros.
Mientras tanto, por la ruta norte, la fiebre de la cima se ha apoderado trágicamente de la mayoría de expediciones. Hasta ahora, de la docena de víctimas mortales que se ha cobrado el Everest a lo largo de estos dos meses, diez han perdido la vida en el intento de subir por la vertiente del glaciar del Rongbuk. Desde el 96 no se recordaba un año tan dramático en el Everest.
La expedición mallorquina se mantiene firme en el último plan trazado. La predicción meteorológica de mañana tendrá la última palabra. A pesar de eso, dado que los campos de altura tienen que desmontarse antes de abandonar definitivamente el campo base, Oli y los dos Tolos podrían aprovecharlo para hacer un último intento de subir a la cima «a la desesperada». «No podemos irnos de aquí sin probarlo», afirman los escaladores.
Joan Carles Palos