Se llama Verónica, nació en Palma, a los dos años emigró a Murcia -aunque a menudo vuelve a la «Roqueta»- y quiere ser torera. Su padre, Pascual Rodríguez, que fuera empresario de las plazas de toros de Inca y Alcúdia en la década de los 80, asegura que despunta para figura. «Cosa que pasado mañana, sábado, por la mañana, en Son Rossinyol, se podrá ver, pues allí toreará un novillo».
Verónica, que estudia Bachillerato, saca tiempo de donde sea para asistir a la escuela taurina de Murcia, donde ha aprendido a ser torera; también consigue tiempo para torear novilladas. El año pasado firmó ocho y en ésta ya lleva cuatro. Todas, cerradas con notable éxito. «Los que la vean el sábado, a nada que embista el novillo -asegura el padre-, van a disfrutar, ya que hace lo que ninguna otra».
Pedro Prieto