Ser consellera, como desempeñar cualquier otro oficio o profesion que obligue a permanecer muchas horas del día lejos de casa, significa saber compaginar el trabajo con horas para dedicar, sobre todo, a los hijos, y más cuando éstos son pequeños. Ése sería el caso de las conselleras Rosa Estarás, Aina Castillo y Mabel Cabrer, vicepresidenta del Govern y conselleras de Sanitat i Consum y Obres Públiques, respectivamente, que nos sirven de ejemplo para hablar de las mujeres que son madres y que el domingo celebran su día. Así, Mabel, que tiene dos, y ambos en edad escolar, reconoce: «Lo compagino bastante mal, pero procuro hacerlo. ¡Qué remedio! Como por cuestiones de mi trabajo muchas mañanas no puedo acompañarlos al colegio, procuro, si no hay nada extraordinario, dejar mi agenda libre entre las cinco menos cuarto y las cinco y media de la tarde, y así poder acercarme a buscarlos. Y luego, por las noches procuro dedicárselas a ellos por completo, lo cual supone privarme de muchas cosas. Me gustaría ir a un gimnasio, o salir alguna noche, pero no puedo; los fines de semana también son para ellos. Les leo cuentos y juego con ellos. Y a decir verdad, cuento también con la ayuda de mi marido. Tampoco me puedo quejar en este aspecto».
Rosa Estarás pasó un año de diputada yendo y viniendo a/de Madrid cada día para estar con su hijo. «Él es lo primero, antes que mi trabajo, antes que mi vida; es mi ocupación predilecta. Me levanto con él, desayunamos, le acompaño al colegio, le recojo a las cinco y si luego he de seguir en mi trabajo, lo dejo en casa y me reincorporo al despacho. Procuro cenar con él, le duermo, le canto sus canciones, le compro sus cuentos, le llevo al pediatra y, si en los fines de semana tengo un acto, procuro que me acompañe».
Aina Castillo se desplaza a diario con su hija desde Alaró, que es donde vive, para dejarla en el colegio. «Me lo combino como puedo, siempre en función del trabajo que tengo. A ella procuro acompañarla cada día al cole, y si puedo la recojo, la dejo en casa y vuelvo al trabajo. A veces no llego para darle la cena, pero sí para leerle un cuento y darle un beso antes de que se duerma. Y si puedo, aparco los problemas de la Conselleria, aunque a veces no se puede ya que el teléfono suena. Y... bueno, pues la verdad es que mi marido colabora mucho».
Pedro Prieto