Un científico mallorquín, el bioquímico Pere Puigserver, de la Universidad John Hopkins de Baltimore (EEUU), ha descubierto una proteína que regula el envejecimiento.
Tal y como publicó el periódico 'La Vanguardia' en su edición de ayer Puigserver ha descubierto cómo actúa una proteína que regula el envejecimiento en bacterias, gusanos y probablemente en las personas.
La investigación es un primer paso de cara a desarrollar fármacos que retrasen el envejecimiento, según se refleja en el artículo de Josep Corbella, en el que se incluyen unas declaraciones de Puigserver en las que explica que «los primeros beneficios que esperamos obtener de la investigación son el desarrollo de nuevos fármacos contra la diabetes».
A largo plazo el investigador espera que la proteína aporte avances contra enfermedades relacionadas con el envejecimiento. Y en un futuro no descarta que se pueda prolongar la vida humana actuando sobre la citada proteína.La investigación llevada a cabo por Puigserver y su equipo se ha basado en la sirtuina 1, una proteína que en los mamíferos regula la producción de glucosa en el hígado. Estudios anteriores han observado que una proteína equivalente prolonga la longevidad en bacterias, moscas y gusanos.
«Lo que es fascinante es que el proceso de envejecimiento, desde levaduras hasta humanos está controlado genéticamente», dice Puigserver y añade que «descifrar cuáles son los genes involucrados y cómo funcionan será importante para desarrollar fármacos que actúen sobre el envejecimiento».
«Descifrar cuáles son los genes involucrados y cómo funcionan será importante para desarrollar fármacos», explica Puigserver en el artículo.
Pero esta proteína sólo se ha mostrado capaz de prolongar la vida en organismos que consumen pocas calorías. Cuando hay exceso de alimentos, la vida no se prolonga. «La restricción calórica retrasa el envejecimiento desde levaduras hasta roedores, y ahora también hay pruebas de que lo retrasa en primates, lo cual apunta a que los mismos mecanismos metabólicos actúan probablemente también en humanos», explica el biólogo mallorquín Pere Puigserver afincado en EEUU.