En teoría, si se cumple aquello de año de nieves, año de bienes, estamos ante un buen año, aunque vamos a ver qué pasa al final si la nieve se convierte en hielo y éste afecta a la agricultura. Que esperemos que no. Mientras tanto, disfrutemos con el espectáculo. O al menos ayer pudimos disfrutar de él, que mañana ni se sabe, aunque las previsiones son que va a continuar el mal tiempo. Naturalmente, a quien la nevada le pilló trabajando, que seguramente le alteró los planes, no tendrá un grato recuerdo de ella. Pero contemplándola bien abrigaditos, como pudieron hacer algunos, la verdad es que era un placer. Paisajes blancos, cielos plomizos, niños -y no tan niños- que se lían a tirarse bolas de nieve, familias enteras que aprovechan el puente -las que pueden, claro- y se van a pasar el día a la montaña, el almuerzo al lado del fuego, las pisadas que quedan marcadas sobre la blanca alfombra, las huellas que dejan los coches sobre el asfalto cubierto también de blanco, el paseo a pie bajo la nieve...
Que recordemos, desde hacía años no nevaba como en éste, con la nieve cuajando en lugares impensados, incluso sobre la arena de la playa. Eso ha hecho que la gente se haya ido equipando convenientemente para hacer frente a la nevada. Incluso nos hemos convencido de lo conveniente que es llevar en el maletero unas cadenas, algo que años atrás no se nos hubiera pasado jamás por nuestra cabeza.
Pero, a pesar de la belleza del paisaje, la nieve conlleva algún que otro peligro, ya que los coches pueden resbalar debido al hielo que se forma en la calzada. La carretera de Inca a Lluc fue cortada por este motivo.
Pedro Prieto