Primera noche en Phuket. ¿Qué hacer? Lo más normal en este caso es recorrer la zona de pecado mortal, cosa que hacemos después de cenar en una pizzería, donde su dueño, Gino, nos comenta que esta parte de la ciudad nada tiene que ver con lo que fue hasta poco antes del 'tsunami'. «La gente se ha ido hacia otro lugar y... pues ya ve cómo estamos. Vacíos. El año pasado, en febrero, tenía el restaurante lleno, incluso la terraza. Ahora ya ve cómo está. Ustedes me han salvado la noche». La arteria principal está prácticamente vacía. Los neones de mil colores se reflejan en el asfalto, sobre el cual, de vez en cuando circulan algunos pocos coches. A ambos lados, junto a las aceras, aparcadas, están la motos Yamaha, casi todas ellas cortadas por el mismo patrón, y a su lado media docena de tak tak, o cochecitos de color rojo que a modo de taxis, y por un módico precio, desplazan a la gente por la ciudad, y entre ella a nosotros, pues tenemos alquilado uno desde ayer. Al chófer, de complicadísimo nombre, le llamamos Tomeu, y como a él le hace gracias... pues todos contentos.
Sólo de vez en cuando se pasean por la calle travestis, con sus boas, pelucas, vestidos de lentejuelas súper escotados, que tanta fama le dieron al lugar, y alguna que otra joven, por no decir, en según qué casos, niña, pegada al cuerpo de un sesentón alemán o inglés que seguramente habrá pagado por su compañía. Pero tampoco se ven tantos como antes.
Mañana iremos a Phi Phi gracias a nuestro «Tomeu», que nos presentó a unos que hacen el viaje por el módico precio de 7 euros por persona, aunque sin comida, deteniéndose en la zona por nosotros deseada.