La tradición de preparar el belén en las fechas navideñas con la intención de festejar el nacimiento y posterior adoración del Niño Jesús es una de las más arraigadas en la Isla. Como no podía ser de otro modo, la Part Forana vive con intensa devoción tan entrañable arte y más aún si en el hogar habitan chavales jóvenes. Aunque no sólo en las casas particulares se hacen belenes, también los ayuntamientos y otras instituciones se apuntan a montar un belén, algunos más trabajados que otros, pero ya se sabe, la intención es lo que cuenta. En Artà, un inmenso belén de cien metros cuadrados se extiende en una de las salas del Teatre municipal. Hace ya cuatro años que Pep Fortesa, Jaume Vives, Pere Pep Gil y Llorenç Guiscafrè se deciden a instalarlo en el teatro. En una cueva natural de Canyamel Pedro Alba ha instalado un pesebre. El autor, amparado por la magia del lugar, defiende que si se deposita allí una flor puede pedirse también un deseo.
Pero la tradición de montar belenes sigue arraigada también en muchos hogares particulares, como es el caso de la familia Gost de sa Pobla. Lo que comenzó siendo un pequeño nacimiento en un cesta de mimbre junto a la chimenea se ha convertido quince años después en un inmenso belén de casi 14 metros cuadrados, que ocupa medio salón. Aunque la preparación y colocación de las figuras comienza a finales del mes de octubre, «cualquier momento del año es bueno para adquirir una figura, encargar un detalle o simplemente coger piedras o arena que luego nos pueden servir para el montaje final», asegura Gabriel Gost, quien espera convencer a su mujer, Cati, para que el próximo año le deje utilizar todo el salón al completo para montar el belén.
Los alumnos de sexto curso de Educación Primaria del colegio Sant Francesc de Muro son los encargados de preparar con esmero el belén de la escuela, que presentan al concurso de pesebres del pueblo. Según comenta el director del centro, Esteve Florit, los alumnos traen material de su casa y poco a poco lo preparan con la ayuda de los profesores. Se trata de un belén de pequeñas dimensiones elaborado de manera ecológica. «Las piedras las reutilizamos y les pedimos que no traigan hierba natural», explica.