El fracaso escolar no es sólo un factor limitador de las oportunidades económicas, sino que, a menudo se convierte en «un pasaporte hacia la exclusión social», según opinó ayer en Palma el doctor Mariano Fernández Enguita, catedrático de Sociología de la Universidad de Salamanca. Fernández Enguita pronunció la conferencia «El infopobre en la infosociedad: los efectos del fracaso escolar», en la segunda jornada del Congreso sobre el Fracaso Escolar, que se celebra desde el jueves en Palma. El sociólogo considera que «cuanto más insuficiente o más inadecuado es el capital humano poseído por un individuo, más difícil le resulta adquirirlo», por lo que «menos posibilidades existen de que puedan revertir su posición en el mercado de trabajo».
Estas circunstancias, que se ven acentuadas por la importancia creciente del conocimiento en la sociedad de la información viene a reforzar, a juicio de Fernández Enguita, el conocido como «efecto Mateo», en un término acuñado a partir de la relectura del Evangelio de San Mateo, en el que se afirma: «Al que tenga, se le dará, y al que nada tenga, lo poco que tenga se le quitará». Estima que «los que empiezan bien continúan mejor, o al menos tienen claras y abundantes oportunidades de hacerlo» y «los que empiezan mal, por el contrario, se ven absorbidos en una espiral de oportunidades decrecientes». A su juicio, este efecto que se ve agudizado por «la creciente competencia y movilidad del trabajo» y «la globalización de su oferta y la demanda».
José Gimeno Sacristán, catedrático de Didáctica de la Universidad de Valencia, por su parte, analizó «¿Quién fracasa cuando hay fracaso escolar?».