El I Congreso Mundial sobre Gestión de Recursos y Residuos, que se ha celebrado en el Parc de Tecnologies Ambientals, finalizó ayer con el impacto del turismo sobre los territorios insulares como una de las cuestiones protagonistas en los debates.
Los expertos coincidieron en señalar que «el turismo debe reflejar su verdadero coste económico y social». Los presentes destacaron que el turismo obliga a construir o ampliar infrestructuras de todo tipo: carreteras, urbanización del suelo, energía, agua, residuos, aeropuertos, etc. A partir de ello, hay que calibrar si los ingresos generados por la actividad turística compensan las cuantiosas inversiones necesarias para mantener la exigencia de servicios.
En este punto, fue inevitable que los expertos y técnicos presentes en el congreso se refirieran a la abolida ecotasa balear. Todos ellos estuvieron de acuerdo en que «si el turismo contamina, debe pagar», en consonancia con el principio europeo de «Quien contamina, paga». En este sentido, una apuesta generalizada fue la de una tasa «mundial o global» en todos los destinos turísticos de cierta importancia. Es decir, la actividad turística estaría sometida a un impuesto por su propia condición, independientemente de la voluntad de los gobiernos de aplicarlo o no.
Guillem Riera, director insular de Gestió de Residus del Consell de Mallorca, apuntó que «la ecotasa balear presentó el inconveniente de plantearse de manera individual, pero sería conveniente que la medida se aplicara en todos los destinos turísticos, no sólo para que los turoperadores no penalicen únicamente a los que la implanten, sino para que estos territorios, sobre todo los insulares, dispongan de recursos para hacer frente a los impactos causados por esta actividad».