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Educarse para salir de la pobreza

Más de cien niños y jóvenes de Nicaragua estudian gracias a becas de familias mallorquinas

LOURDES TERRASA/MERCEDES AZAGRA
El horario para caminar por las calles del barrio Bello Amanecer, situado en el extrarradio de Managua, se acaba al anochecer. A partir de entonces, las pandillas (integradas por jóvenes violentos que son capaces de matar por una simple gorra) se adueñan de las calles y nadie, ni siquiera la policía, circula por sus dominios. La mayoría se han criado en la calle, nunca han sido escolarizados y no conocen ni a su padre ni a su madre.

Es un barrio considerado de «alerta roja» por la Alcaldía de Managua, un lugar donde viven más de 30.000 habitantes con más del 80 por ciento en paro, sin canalizaciones, asfaltado, centro de salud o parque. Sólo hay chabolas, casetas sin baño ni cocina, tan sólo con un camastro donde se hacina la familia. Allí trabaja la religiosa mallorquina Esperanza Garau, superiora general de Amistad Misionera en Cristo Obrero (AMICO), desde hace más de 30 años, junto a cuatro hermanas de la Congregación. Ella gestiona el colegio Nuestra Señora de Guadalupe, de AMICO, donde estudian más de un centenar de alumnos de Preescolar, Primaria y Secundaria, becados por familias mallorquinas y de la Península. «Gracias a estas becas, que comenzaron hace dos años, los niños y jóvenes más pobres de Bello Amanecer, los que no tienen nada, pueden estudiar para evitar que en el futuro queden atrapados por las pandillas. Estas becas son un lujo en este barrio y los alumnos más mayores son conscientes de que son unos privilegiados. Conocemos a todos los que estudian aquí, a sus familias, vivimos con ellos. Sin estas becas no podrían pagar los 70 euros al año que cuesta su escolarización», afirma sor Esperanza.

Cada día acuden al colegio limpios, con su uniforme escolar y deportivo. AMICO supervisa su evolución y su asistencia a clase. «La gran mayoría de las madres o abuelas de los becados asumen la responsabilidad que supone este 'regalo'. Saben que tienen una oportunidad para que sus hijos no acaben en la calle, drogados o alcoholizados. Pero a veces la necesidad es mayor que el deseo de escolarizarlos y los sacan del colegio para vender lo que pueden por la calle. Son pocos los casos, pero existen».

Las becas las pusieron en marcha en Palma voluntarias de AMICO que vivieron un año en Bello Amanecer con las religiosas. No se trata de una ONG, sino del trabajo altruista de un grupo de personas que piensa que la educación es la base para que una población desfavorecida pueda tener acceso a un futuro mejor. En enero, cuando comienza allí el curso escolar, y de forma directa, envían el importe de las becas a una cuenta que AMICO tiene en Managua.

En septiembre recibieron la visita de las voluntarias Chus Bonafé y Lourdes Terrasa, que viajaron a Bello Amanecer para ver la evolución de los niños y recoger nuevas propuestas de becas elaboradas por las hermanas de AMICO. Como el año pasado, las voluntarias fueron recibidas con gran afecto, una muestra de agradecimiento que continuó con la alegría que manifestaron los becados al recibir el regalo más esperado: las cartas y fotos de las familias que hacen posibles sus estudios. También se les entregó ropa, material escolar y zapatos.

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