Los hoteles de Mallorca ocuparon como media el 82,3 por ciento de sus plazas durante el mes de septiembre, cuatro puntos más que en el mismo mes del año anterior, según recoge una encuesta realizada por la Federación Empresarial Hotelera de Mallorca entre 339 establecimientos de la Isla, el 34,9 por ciento de la planta abierta. El dato de ocupación del mes pasado es el más elevado registrado en un mes de septiembre en los últimos cuatro ejercicios.
El incremento de la ocupación hotelera fue general en todas las zonas turísticas de la Isla, con las únicas excepciones de Capdepera, donde se redujo en casi ocho puntos, e Pollença, con una ligera caída de cuatro décimas, y en Santa Ponça, que experimentó un descenso cercano a los tres puntos.
Las zonas con mejores niveles de ocupación fueron Palmanova-Magalluf (91,9 por ciento), Pollença (89,4 por ciento), Can Picafort (88,3 por ciento), Alcúdia y Platja de Muro, ambas con más del 86 por ciento.
Con estos datos y a la espera del cierre del mes de octubre, la temporada turística termina con «malas ocupaciones» durante los meses de abril, mayo y junio, y con crecimientos de ocupación durante los meses de julio, agosto y septiembre en relación a los registrados en 2003.
De hecho, la evolución de la temporada de verano ha sorprendiendo a todos los operadores turísticos, principalmente porque desde medidos de julio se han superado todas las previsiones, fruto en parte por el impacto que están teniendo las ventas de último momento, de las compañías de bajo coste, el turismo independiente canalizado por la compañías aéreas al margen del paquete turístico y, sobre todo, por el incremento de la práctica totalidad de los mercados emisores, entre ellos el alemán, español, francés e italiano.
Agosto finalizó superando todos los récords de ocupación y movimientos de pasajeros en Son Sant Joan y el mes de septiembre ha superado los niveles de 2003, tal y como refleja la encuesta de ocupación de la Federación Hotelera.
El valoración de la temporada ha sido peor en los subsectores de restauración, comercio turístico y resto de la oferta complementaria, los cuales se han quejado de la reducción de sus ventas, que imputan al menor poder adquisitivo de los turistas y a la proliferación del «todo incluido».