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Todo un lujo sobre el mar

Los mejores yates del mundo han coincidido este verano en los pantalanes de los puertos deportivos de la bahía

Los yates más grandes y lujosos han visitado un año más los pantalanes de los clubs náuticos y marinas deportivas de Mallorca, entre la ostentación de sus instalaciones y el anonimato siempre perseguido de sus propietarios.

Son el máximo exponente de la privacidad en el mar al alcance de unos pocos privilegiados. Como embarcaciones de crucero particulares, los grandes yates combinan en Mallorca las jornadas de navegación con las estancias en puerto, a modo de hoteles flotantes. La presencia de los transeúntes se ha sumado un año más a los que tienen base en la Isla y en verano zarpan hacia otros puertos del Mediterráneo. Es el caso deLady Moura, que encabeza el selecto grupo de superyates a nivel mundial con un coste de construcción en torno a los 100 millones de dólares de hace diez años.

El Club de Mar acoge por su capacidad de atraque la mayor concentración de estas embarcaciones, seguido de Puerto Portals y el Real Club Náutico, guardando celosamente el nombre de sus armadores, camuflados muchas veces bajo sociedades de chárter.

Gobernados normalmente por expertos skippers y tripulados por una uniformada dotación siempre atenta a sus invitados (a bordo no se habla de pasajeros) y a la que con frecuencia dobla en número, constituyen un mundo aparte, reservado para una minoría de afortunados.

Jeques árabes y empresarios de multinacionales que disfrutan a bordo de un ambiente sólo apto para los más exigentes sibaritas. Salones propios de una gran mansión, recubiertos de mármol, alfombras persas, paneles en maderas nobles, baños con grifería en metales preciosos en ambientes «retro» o de vanguardia, caracterizan los exclusivos interiores de megayates como eSalem, Limitless, Leander, Al Mirqab, o Al Menwar, habituales en la bahía.

Para los multimillonarios que no disponen de su propio megayate, algunas prestigiosas firmas internacionales ofrecen una surtida flota lista para zarpar cuyos límites los pone el arrendatario. Un lujo que en Mallorca puede hacerse realidad por unos cien mil euros al día.

Gabriel Alomar

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