Luismi (24 años, estudiante).
Me marché a Dublín porque era el mejor destino que ofrecía mi universidad. El hecho de que fuera un país de habla inglesa me pareció fundamental. Creo que Dublín no es una ciudad bonita, pero sí me parece interesante para un estudiante por el ambiente que hay en la ciudad y la experiencia que supone. La gente es sencilla, bastante amable y un poco despreocupada. En ocasiones, resulta curiosa la poca seriedad de la gente. Puedes encontrar personas que trabajan para beber. Yo no aconsejo cambiar la vida española. Aunque parezca un tópico, como en España no se vive en ningún sitio.
Santi (23 años, camarero).
Todavía no tengo muy claro por qué vine a Irlanda. Me parecía un país simpático y lleno de gente muy abierta. Nueve meses después, Dublín ya forma parte de mi vida. Hay una diferencia enorme con Mallorca a nivel de servicios. En Irlanda es mejor no estar enfermo. Estuve una vez con gripe y tuve que pagar 40 euros por una consulta médica. Sin embargo, también existen actitudes y hábitos que me gustaría tener en Mallorca. Yo tengo un turno de mañana o de tarde, y el trabajo no es muy exigente. La gente vive bien con lo que gana. Es una actitud diferente. La gente trabaja para vivir y siempre tiene tiempo para la familia o para hacer cosas. Deberíamos aprender de eso.
Àngel y Nil (36 y 5 años, empleada en Zara y estudiante).
Cuando decidí ir a vivir con Nil a Dublín, mis amigas me decían «estás loca! Ir a Irlanda con un hijo pequeño!». Es complicado estar fuera. Pensaba que me adaptaría antes y que todo sería más fácil conociendo mi forma de ser, pero la experiencia me parece muy enriquecedora. Compartes tu vida con gente de todos los lugares y no paras de aprender. Vivir en un país extranjero te obliga a reflexionar sobre muchas cosas. Por eso me choca la actitud de algunas personas. Parece que si eres madre soltera no puedes vivir. La gente tiene un miedo terrible a vivir y a hacer cosas.