Aunque los datos oficiales nos dicen que hasta el 21 de septiembre no empieza el otoño y la tradición asegura que por Sant Bartomeu -24 de agosto- comienza el tiempo de las tormentas, lo cierto es que la tormenta desatada el miércoles sorprendió a propios y extraños. En unos días calurosos, de cielos limpios y playas rebosantes de turistas, la repentina tormenta provocó más de un estropicio.
Ahora, después de transcurridas 48 horas, es el momento del balance de daños. Para muchos el perjuicio de la tormenta no fue catastrófico, como lo ha sido en lugares como Valldemossa, pero sí se dejó notar. Es el caso de los muchos turistas y paisanos que a esa hora llenaban las playas de la zona norte y las terrazas de cafeterías y restaurantes de Alcúdia.
Todos corrieron a buscar refugio para guarecerse de la lluvia y del viento. La cosa no fue a más, por fortuna, pero sin duda los hosteleros de la zona tacharon la jornada del miércoles con un círculo rojo en su calendario porque ese día las ganancias no pudieron ser menos atractivas: terrazas vacías y mojadas, chiringuitos desiertos, hamacas abandonadas a su suerte, cafés y helados dejados a medio tomar en las mesas...
Tolo Llabrés