Nueve de la mañana. Oficina d'Escolarització: numerosa gente se agolpa en la puerta, la mayoría inmigrantes. Los nigerianos Ugo Chukuwu y Aneth Mudi hacen cola. «Somos recién llegados a la Isla. Esta es la primera vez que inscribimos a nuestra hija, Blessing, de tres años, para que pueda ir al colegio. Una amiga nuestra que sabe mejor español llamó hace un tiempo y nos dieron hora para hoy. Y aquí estamos. Vamos a solicitar un colegio que esté cerca de nuestra residencia, en la calle Aragón», asegura Aneth con un improvisado español.
Ayer se abrió el proceso extraordinario de escolarización, dirigido a aquellos menores que han llegado a Balears después del mes de junio, cuando se cerró el proceso ordinario, y a aquellos alumnos cuyos padres se han cambiado de domicilio.
La gente tiene -en su mayoría- número previo, por lo que las colas están controladas. Sin embargo, se registra alguna pequeña escena de nerviosismo. Este es el caso de Laura Ríos, que dice: «Ahora estoy empadronada en Llucmajor. Pedí en mayo dos plazas para mis dos hijas en un centro escolar del municipio, pero no me las dieron. A principios de septiembre volví a intentarlo. Pero no me han concedido el traslado. Hoy estoy aquí, a la desesperada, para ver si consigo el cambio. Es una barbaridad que mis hijas tengan que levantarse a las seis de la mañana para bajar a Palma».
Escolarització tiene previsto atender unas 2000 peticiones de plaza escolar. Según informó el jefe del Servei d'Estadística de la Direcció de Planificació i Centres, David León, tan sólo un 40 por ciento de estas solicitudes se refiere a alumnos llegados de fuera, unos 700 (de éstos, un 90 por ciento son incorporaciones tardías al sistema escolar de menores extranjeros). Las altas restantes, un 60 por ciento, corresponden a movimientos internos.