MIQUEL SEGURA
Un total de 19 descendientes de judíos conversos, entre los que nos
encontrábamos cinco mallorquines, participamos en el seminario «De
Sefarad a Jerusalén», organizado por Amishav, una institución
oficial de Israel dedicada a promover el retorno a la Tierra
Prometida de los miles de descendientes de judíos que vivimos
esparcidos por todo el mundo. El acontecimiento, que tuvo un amplio
eco en la prensa de aquel país, constituyó un auténtico hito
histórico, ya que era la primera vez que, de manera oficial, el
estado israelí acogía a xuetes y anussim, reconociendo nuestra
condición de hijos de la Diáspora.
El encuentro tuvo varios aspectos, desde el puramente turístico, con visitas a los lugares más emblemáticos del judaísmo, hasta las conferencias, coloquios y talleres de trabajo, sin olvidar una serie de actos oficiales entre los que destacó de manera muy especial la audiencia de más de una hora que nos concedió el ministro para Asuntos de la Diáspora y Jerusalén, Natan Sharansky. El encuentro -que tuvo lugar el mismo día y casi a la misma hora en el que se produjo el atentado de Bersheva- tuvo un carácter profundamente emotivo. En el transcurso de la audiencia los expedicionarios entregamos al ministro una carta en la que, además de expresarle nuestra solidaridad para con las víctimas del terrorismo, le manifestábamos nuestra voluntad de «romper con 6 siglos de aislamiento», remarcando nuestra voluntad de pertenencia, al menos desde el punto de vista identitario, al pueblo de Israel. El documento llevaba la firma de casi un centenar de personas, muchas de las cuales no pudieron realizar el viaje pero que sellaron con su rúbrica un acto entrañable. Personalmente, en representación de los xuetes, tuve el honor de dirigir unas palabras al ministro Sharansky en las que, tras insistir en los pormenores de nuestra particular historia, le solicité que Israel nos rescatara de una situación de olvido y marginación «que para mí es mil veces peor que la muerte». En representación de los anussim habló Nuria Guasch, una catalana de origen menorquín, recientemente convertida al judaísmo.