Claudia Schiffer celebró su 34 cumpleaños anteanoche con una cena en La Cuchara, adonde llegó acompañada de su esposo, y de un grupo de amigos entre los que se encontraban su hermano menor, los príncipes de Preslav, Kyril y Rosario Nadal, y la pintora Natasha Zuppan. Claudia, que vestía completamente de blanco y que calzaba sandalias, se sentó de espaldas a la pared del restaurante, frente a Rosario y Kiril. A su derecha se sentó su esposo quien fue quien al final, levantándose y acercándose al mostrador, abonó la factura.
La cena fue un tapeo continuo con alguna que otra ensalada, regado todo ello con buen vino del que la ex top model no cató ni una gota; en su lugar bebió agua en abundancia. Pasada la medianoche, se sirvió la tarta, con velas que Schiffer apagó ante los tímidos aplausos de sus invitados. Kyril de Bulgaria, cámara digital en ristre, inmortalizó aquel instante. A continuación recibió los regalos. Rosario le entregó una caja relativamente grande. ¿Un electrodoméstico? ¿Un vaporizador para el cuarto del peque? Porque seguro que una olla a presión no era. No se sabe lo que es.
El chófer pasó a recogerlos recién entrada la madrugada, pero tuvo que esperarse cerca de tres cuartos de hora, pues se ve que Claudia y sus invitados se encontraban a gusto disfrutando de la sobremesa, que se prolongó hasta la 1,15 de la madrugada. A la salida intentamos hacer una foto de grupo, pero fue imposible. No es el estilo de Claudia posar en el día de su cumpleaños -ni otro día- para quienes hacen una guardia, sino que, como siempre, despreció a fotógrafos y periodistas. Ni siquiera dijo un «gracias» cuando se la felicitó.
Pedro Prieto