Un año más, el Parque Natural de Cabrera fue el lugar escogido por la Fundación Marineland para la suelta de tortugas rehabilitadas. A pesar de la ausencia de algunos de los miembros de la Familia Real, al acto acudieron el president del Govern de les Illes Balears, Jaume Matas, el conseller de Medi Ambient, Jaume Font, y la mayoría de los miembros de la Fundación Marineland. Pero los protagonistas del día no fueron ninguna de las distintas personalidades que se dieron cita en Cabrera, sino dos tortugas de la especie «careta careta» llamadas Lola y Chispón. Ellas fueron el centro de todas las miradas, y no es para menos porque, tras un largo período de recuperación, volvían a su hábitat natural, el mar.
La más pequeña se llama Lola, apenas pesa 2,7 kilogramos y cuenta con cerca de dos años. Fue encontrada en la Platja de Palma con el caparazón destrozado a causa del impacto de la hélice de un barco. Según Gloria Fernández, jefa de biólogos y coordinadora de la Fundación Marineland, la pequeña Lola fue capturada a principios de junio y a pesar de su corta edad, en sólo unos meses ha conseguido recuperarse gracias al buen trabajo de los veterinarios, que realizaron un implante de masilla de coral en su caparazón.
Chispón es la tortuga veterana, pesa cerca de 22 kilogramos y aunque no se sabe a ciencia cierta su edad, la veterinaria encargada de su cuidado, Tania Monreal, asegura que es una auténtica superviviente. Fue encontrada hace más de un año en la playa del Toro con un sedal de palangre enredado en una aleta y aunque se temía por su vida, los sumos cuidados de la fundación dieron sus frutos y la enorme Chispón pudo salvarse. La primera en volver al mar fue Chispón. Debido a sus 22 kilogramos de peso, el president Jaume Matas tuvo que ser ayudado por la presidenta de la Fundación Marineland, Gloria Fernández.
Virginia Casado