VIRGINIA CASADO
El aeropuerto de Son Sant Joan fue el protagonista de la mañana de
ayer. No sólo se cumplió el récord del verano en número de
pasajeros, sino que además fue, por un día, escenario de las
plataformas «Autovía No». Cerca de 70 miembros de las diferentes
asociaciones antiautovía se congregaron poco después de las 11.30
de la mañana en la zona de llegadas del aeropuerto bajo el lema:
«Mallorca necesita tu ayuda: planta cara ante su destrucción».
Entre los asistentes a la manifestación, se encontraban
representantes de la plataforma contra la autovía
s'Arenal-Llucmajor, la plataforma contra el segundo cinturón de
Palma, la asociación contra la autovía Inca-Sa Pobla y a favor del
desdoblamiento, la plataforma contra la autovía Inca-Manacor, la
plataforma en defensa del Monasterio de la Real y la plataforma
contra la llegada del gaseoducto en es Carnatge.
La manifestación, según Miquel Gelabert, portavoz de las plataformas, pretende «dar a conocer a todo el mundo la realidad de Mallorca en estos momentos para así conseguir una movilización social ante el tema de las carreteras». En opinión de Gelabert, «esa Mallorca idílica dejará de existir por causa del desarrollo urbanístico y la especulación, algo que irremediablemente influirá de una forma negativa en el modelo turístico».
Los manifestantes repartieron, de forma pacícifica y sin ánimo de molestar, panfletos reivindicativos entre los pasajeros, trabajadores y todas las personas que se encontraban en esos momentos en Son Sant Joan.
A pesar de que pretendían no molestar a los turistas en su llegada a la Isla, cierto es que éstos no podían evitar su asombro y confusión ante las enormes pancartas que inundaban el hall de llegadas del aeropuerto, además de la lona negra colocada en el suelo, que simulaba una autopista. Cerca de 4.000 panfletos circularon por Son Sant Joan con la consigna de que «siete nuevas autopistas destrozarán magníficas áreas rurales, nuevas urbanizaciones arrasarán los últimos rincones de la costa virgen, el nulo control de la disciplina urbanística, y la eterna complicidad del poder político con los especuladores, son los causantes de una nueva etapa en este vía crucis de Mallorca».