Entusiasmados y con ansias por repetir descendieron del A-300 Zero G los cuatro estudiantes de la Universitat de les Illes Balears que ayer vivieron lo que nunca antes ha experimentado otro universitario balear y muy pocas personas en el mundo han sentido: la ausencia de gravedad.
Carles Bona, Nicolás Piro, Víctor Huarcaya y Maria Tous realizaron ayer un vuelo parabólico de prueba, prolegómeno necesario para lo que hoy y el jueves serán los vuelos oficiales en los que pondrán a prueba el experimento de física de fluidos que les ha llevado a Burdeos.
A las 14.00 horas en punto el Airbus despegó del centro de Novespace, junto al aeropuerto de Burdeos. Los dieciocho grados de inclinación con los que la nave se levantó del suelo se convirtieron en 47 grados al alcanzar los 6.100 metros, inclinación que mantuvo hasta llegar a los 7.600 metros, veinte segundos en los que en la cabina del avión se alcanzó una gravedad de 1,8 g.
«En ese momento, en que existe 1,8 veces la gravedad normal, es decir que pesamos casi el doble, sientes que los ojos te pesan, como si se hundieran», aseguraron los estudiantes.
En ese punto, la potencia del motor se reduce considerablemente hasta el mínimo necesario para compensar el rozamiento con el aire, una fase transitoria que dura cinco segundos y que da paso a la microgravedad, un «estado maravilloso» que dura 22 segundos, «aunque parecen dos o tres». La parábola finaliza con una fase simétrica de bajada hasta estabilizar el avión en la horizontal.
Cinco veces repitieron ayer los jóvenes este proceso, sin que en el equipo balear se tuviera que lamentar ningún problema físico o indisposición, algo que no pudieron decir todos los universitarios de entre 18 y 27 años que en ese avión les acompañaban, y es que pese a la medicación dada por los médicos más de uno debió recurrir a las bolsas para el mareo, alguno hasta siete veces.
Hoy serán 30 las parábolas y los alumnos ya no estarán sentados en las butacas, sino de pie, sin olvidar agarrarse a algo, y junto a sus experimentos.