Ahora que las audiencias mandan, los patrocinadores reclaman minutos en la caja tonta para aportar capital y algunas federaciones han optado por minimizar las equipaciones de los equipos femeninos para poder sobrevivir. El voleibol, en sus dos vertientes: pista y playa, es uno de los ejemplos más significativos. La bella italiana Maurizia Cacciatori ha permitido que el Tenerife Marichal relanzara la Superliga Femenina y los bañadores de las mejores jugadoras de voley playa han convertido este deporte en uno de los más vistos en los Juegos Olímpicos. Antes de acudir a Atenas, la extensa delegación de bellezas han hecho una parada en Santa Ponça, para participar en el Swatch-FIVB World Tour Mallorca Open 2004.
Desde el pasado martes y hasta hoy, los aficionados mallorquines pueden disfrutar de uno de los espectáculos con mayor audiencia. Lo cierto es que además del espectáculo deportivo, en Santa Ponça se puede disfrutar de la hermosura de los cuerpos atléticos de las participantes. Su esfuerzo físico y los movimientos que deben realizar para practicar para competir en las mejores condiciones en una modalidad tan exigente como el voley playa, están cautivando a las cámaras y a los ojos de los seguidores que siguen desde las gradas las evoluciones del torneo.
R.D.