Volvió el Crist de la Sang a presidir uno de los cultos más arraigados de Mallorca, tras un año de obligado paréntesis desde que el 18 de diciembre de 2002 un enfermo mental destruyera la imagen del Cristo.
El obispo Jesús Murgui, como lo hiciera Teodor Úbeda, presidió la homilía de la Sangre, devoción a la misericordia, homenaje a los marginados de nuestra sociedad. Cristo de la Sangre al que se encomendaban los condenados a muerte, muchos de ellos enterrados en L'Anunciació, tal y como relató el antiguo prior de la iglesia, el historiador y floclorista Toni Gili.
Ayer volvieron a sonreír los «prohoms», antiguos cofrades, y los «sobreposats», portadores del Santo Cristo. Como dijo el obispo: «Hay dos pruebas de lo viva que está la tradición del Crist de la Sang. La conmoción por su destrucción y la cantidad de gente que le acompañó en la procesión del Jueves Santo. Yo lo vi desde Cort y, de verdad, me impresionó».
El prior Jaume Rovira reconoció: «En este tiempo hemos recibido llamadas de toda España y hemos sabido cuánta gente de la Península viene a venerar la imagen durante el triduo en honor al Cristo de la Sangre». Asistieron a la ceremonia la presidenta del Consell de Mallorca, Maria Antònia Munar, y la alcaldesa de Palma, Catalina Cirer.