Francisco Rabanea Cuervo, «Paco Rabanne», llegó ayer tarde a Palma y Ultima Hora conversó con él. Considerado uno de los más grandes, Rabanne pasó revista a la actualidad.
-¿Qué queda de aquél Paco Rabanne que estaba obsesionado
por el metal, los plásticos y el papel y rompió
moldes?
-La prensa en aquella época ('60) me insultaba, decían que mi moda
sólo servía para el circo; Coco Chanel dijo de mí que no era un
modisto, sino un «metalúrgico de la moda». Y ahora, 40 años
después, todos, absolutamente todos, hacen estilo Paco Rabanne, con
metales, plásticos. Todos utilizan ahora mis técnicas. Y me
asesinaron con insultos (ríe).
-¿Y la moda hoy?
-Por lo que pude ver el sábado nos hemos retrasado cien años. Fue
horroroso total la boda de la princesa de Asturias. Y encima las
mujeres españolas desde sus casas babeando como imbéciles delante
de los modelos que veían. ¡Qué horror!
-Entonces no le gustó.
-Naaada. Horroroso. Y ella no estaba nada guapa, con ese vestido
parecía que tenía una cabecita pequeeeeña. El vestido la mataba,
era horroroso.
-Miquel Adrover dice que el vestido estaba mal
hecho.
-¡Muy mal hecho! La pobrecita no podía ni andar con un vestido de
boda, que Pertegaz, que ya está muy viejo, no ha sabido cortar. Un
horror, es de una falta de gusto increíble. Yo estaba horrorizado,
ese vestido mataba a la Princesa.
-Dígame, por favor, algo bonito.
-Había tres personas vestidas fantásticamente: la reina Sofía, con
un vestido sencillísimo, pero con una gracia y elegancia
maravillosa, y una peineta y mantilla fantásticas; la infanta
Elena, que iba como una auténtica dama española; y la señora de
Rodríguez Zapatero. ¡Qué vestido tan elegante, sencillo y
aristocrático llevaba! Pero, ¿y los nombres que había en esa boda?
¡Paisanos! ¡carniceros! ¡Horrible! ¿Y eso es la nobleza española y
europea?
-¿Entonces, no cree usted que ha sido un buen escaparate
para España?
-No, qué horror, la gente de la moda de París se estaba muriendo de
risa.
-¿Cómo se viste el éxito?
-La belleza, la armonía es la sencillez, la simplicidad. Y las
españolas tienen la costumbre tonta de poner adornos a todo, con un
estilo barroco y recargado.
-¿Es usted un hombre Paco Rabanne?
-Soy Paco Rabanne.
-¿Sí, pero huele a Paco Rabanne, viste Paco Rabanne,
lleva gafas Paco Rabanne?
-Huelo a Agua de Paco Rabanne. A mí, el perfume me descalza, me
relaja, me sienta bien y el mío me es más económico. (ja, ja,
ja).
-¿Para crear un perfume se necesita algo más que una
nariz?
-Si, dos años de trabajo.
-¿Y qué debe aportar un buen perfume?
-Frescura y buen olor.
-¿Cuánto tiempo necesitaría para convertir a un tipo
hecho un «trapo» en la persona más elegante del
mundo?
-La elegancia no es un vestido, es una actitud interior. Una mona
vestida de seda mona es y mona se queda.
-¿Cómo vive un hombre que tiene más de 140
licencias?
-Al principio tuve problemas, ya que la fama es muy rápida y no lo
pude controlar todo. Pero ahora tras vender mis licencias a la
empresa Puig, me dedico sólo a crear. Ya no soy un empresario y he
dejado de tener problemas.
-¿Qué supuso para usted Barbarella?
-Un momento muy importante en mi carrera, Jane Fonda me dio fama
mundial.
-¿Moda francesa o moda española?
-Salvador Dalí me dijo una vez: «Paco, sabes cuál es la diferencia
entre un español y un francés? Qué un francés tiene inteligencia y
cuando hace algo, sabe cuándo pararse. En cambio, el pobre español,
que no es inteligente, no sabe dónde parar y continúa, continúa,
hasta llegar a ser un genio.
-Elíjame un diseñador.
-Ese chico, cómo se llama...¡Lorenzo Caprille! Nunca antes había
oído hablar de él. Me parece maravilloso, el número uno en España.
Los vestidos que le ha hecho a Letizia Ortiz y a las infantas me
parecen fantásticos. ¡Qué talento! Es un genio. ¡Quiero conocerle!
No entiendo por qué él no le hizo a Letizia el traje de novia.
-¿Es usted un metrosexual?
-¿Eso qué es?, que si tengo una vida sexual enorme. Estos
españoles, que siempre están con lo mismo...(ríe).
-No. Es un hombre que cuida mucho su aspecto
físico.
-Pues no. Yo soy un tipo normal que hace 40 años que llevo el mismo
estilo de ropa.
-¿Está usted orgulloso?
-No tengo ni orgullo, ni ego. No soy una persona muy inteligente,
pero sí que tengo una gran memoria; soy capaz de memorizar un
periódico entero. Pero eso es para tontos.
-¿Es un maestro?
-No, un artesano. Los maestros son los arquitectos, los pintores,
los escultores, los músicos, pero nunca un diseñador. Mi mérito
está en disimular con el corte mi peso. ¿Cuanto cree que peso?
-(¿?)
-¡120 kilos! Y nadie se lo cree. Me gusta demasiado la comida, ¡no
puedo adelgazar! sólo me queda mi ropa.
David J. Nadal