Dolores Zamora Tejada es la mujer del nuevo delegado del Gobierno, Ramón Socías. Es una mujer culta, joven, alta y guapa, que sabe combinar muy bien la labor de madre -tiene dos hijos- con la de currante -es diplomada en Enfermería, master en Emergencias y asistencia sanitaria en catástrofes, y en la actualidad trabaja en el servicio de emergencias de atención primaria del PAC de la Escola Graduada, de Palma-, y ahora, espera, con la de mujer del delegado del Gobierno, que seguro que la obligará a estar presente en más actos que cuando era la esposa del alcalde de Sóller o del senador Socías, aunque si eso sucede -dice- «le apoyaré en todo, le acompañaré siempre que sea necesario, pues creo que la presencia de la mujer es importante, pero procuraré estar siempre en un segundo plano». Con Dolores hablamos ayer por la mañana, en el café París, de Sóller, adonde acudió con su hija, una niña muy espabilada. Y cuando se pone de pie, nos damos cuenta de lo alta que es. ¿Baloncesto? «No, voleibol. Jugué en el Udyr, en el San José de la Montaña y en el Luis Vives. Me llamaron para ir a la selección, pero un accidente que tuve me lo impidió. ¡Qué le vamos a hacer!». Conoció a Ramón en el Hospital Militar. Yo estaba de enfermera y él, ademas de médico, hacía el servicio militar». ¿Amor a primera vista? «Por mi parte, sí. El tardó algo más de tiempo en fijarse en mí».
Dice de su esposo que es persona que trabaja mucho, «pero los pocos minutos que tienen al día los dedica a la familia, a los hijos sobre todo. Ayer acompañó al mayor al colegio, y cuando puede, baña a la niña. Es el momento en que aprovecha para hablar con ella». De momento no se han planteado dónde vivirán, aunque lo más seguro es que vivan en la casa de la Delegación del Gobierno. «Entiendo que él debe estar al lado de su lugar de trabajo, y éste, ahora, está ahí, en Palma. Y los niños y yo queremos estar a su lado».
Dolores viste bien. No creo que le sea difícil vestir bien. Es, como hemos dicho, alta, y tiene gusto, «aunque a mí realmente me gusta el vaquerillo, pero si tengo que vestirme para ir a tal o cual sitio, lo hago».
Le pregunto que quién le compra la ropa al delegado, y dice que él. «Aunque a veces me pide que le aconseje, quien decide siempre es él». En cuanto a si suele trasladar los problemas al despacho... «por norma general, no. Distingue muy bien el trabajo de la familia». Cuenta que a Ramón le gusta participar en la fiesta de moros y cristianos de Sóller a pesar de que en un día como ése puede recibir un palo de parte deenemigo, «ya que en la batalla recibe hasta el alcalde si participa en ella. Ahora, siendo el delegado, a lo mejor tendrá que sacrificar esa fiesta». Aficionada a la lectura en general -libros y periódicos-, reconoce que aunque no está de acuerdo con la telebasura, «no nos podemos librar de ella, pues nos la dan a todas horas, por eso, si puedo, no veo mucha televisión». Pese a ello sabe quién es el tigre de Ambiciones, Jesulín, Dinio o Yola Berrocal. Por lo dicho. Porque siempre están ahí.
Pedro Prieto