Desde hace unas semanas, Sóller cuenta con un nuevo espacio cultural en la calle San Juan, con la apertura del taller galería que han puesto en marcha Ricardo Sacco, escultor, ceramista, diseñador y decorador de interiores, junto a su pareja, Natalia Spitales, profesora de Artes Plásticas y poetisa. Ambos son argentinos y llegaron a Sóller hace un par de años atraídos por su gente, su cultura y su naturaleza. Ricardo Sacco realizó cursos de diseño gráfico y decoración durante los primeros años de su juventud. Ha sido diseñador en el arte luminoso y encargado del departamento creativo de una empresa de publicidad. Paralelamente, estudió cerámica en la ciudad de Mar de Plata, en Argentina, instalando años más tarde su propio taller, que le permitió exponer su obra en el Consulado de Italia. Posteriormente diseñó y realizó el monumento a San Salvador, patrono de los pescadores, de 20 metros de altura, junto al famoso escultor español Emilio Maresceau, en la escollera de Mar de Plata.
Ricardo Sacco ha trabajado para diferentes países de Europa y América, donde su obra es muy conocida. Y de forma muy especial su restauración, la cerámica y el reciclaje, ya que es capaz de convertir una puerta o una ventana en una auténtica escultura o una pintura. En el mundo de la cerámica está trabajando en la reproducción de las antiguas baldosas mallorquinas, con sus bellos dibujos tradicionales de colores clásicos como el azul o el salmón. Sant Joanet es el nombre que han dado al taller de reciclaje y cerámica, en donde también se puede exponer y hacer una tertulia para cambiar impresiones con otros artistas o con visitantes. El taller ha sido restaurado sobre una vieja casa en la Calle de San Juan, de ahí el nombre de Sant Joanet, porque se trata de una casa pequeña a la que se le ha maximizado el espacio útil.
Ricardo Sacco es un hombre agradable y amable, siempre dispuesto a enseñar lo que sabe a todos aquellos que tienen el deseo de aprender. Nos explica que con lo que más disfruta es reciclando y dando utilidad a todo aquello que otros desechan, convirtiéndolo en algo útil o en un objeto de decoración, una escultura o un cuadro. Se confiesa enamorado de Sóller, porque, según dice, es un lugar único en el mundo. Tanto él como Natalia se sienten enamorados y su mayor ilusión era montar este pequeño gran taller, donde ambos trabajan y son felices. El taller sólo hace unas semanas que ha abierto sus puertas pero ya goza de una amplia clientela que les vista a diario para informarse de cómo se reproducen las baldosas, ver sus viejos y antiguos dibujos y, sobre todo, para contemplar la restauración de la vieja casa, que hoy resulta irreconocible.
Mari Vázquez