Miembros relevantes de la sociedad civil ruandesa exiliados en Europa y América, pertenecientes a los dos etnias mayoritarias llegaron ayer a Palma -los hutus desde Francia y Bélgica y los tutsis desde EEUU y Canadá- para iniciar un histórico diálogo que pretende sentar las bases de la paz y la democracia en su país y, por extensión, en toda la región de los Grandes Lagos.
Los protagonistas de este histórico encuentro son Enéas Gakusi, doctor en Ciencias Económicas en el Instituto de Estudios Políticos de París; Joseph Matata, uno de los más importantes defensores de los derechos humanos en Ruanda; Daniela Ganishya, activista a favor de una paz estable en el país, y Germaine Bucyedusenge, miembro de la asociación Avica (Asistencia a las víctimas de los conflictos en Àfrica Central).
Junto a ellos están Elysée Ndayisaba, presidente de Avica; Isidore Munyakazi, embajador/diputado ante las Naciones Unidas, y Venant Rubona, anterior alto responsable de la compañía minera en el Zaire Gecamines. Entre anoche y hoy llegarán a la Isla Nkiko Nsengimana, uno de los más importantes activistas ruandeses; Xaverine Mukandoli, militante para la paz en Ruanda, y Joseph Twaguiramungu, activista. Además, contarán con observadores y mediadores del DIR (Diálogo Inter-Ruandés).
Este encuentro ha sido auspiciado por la Fundació s'Olivar, que dirige Joan Carrero, candidato al Nobel de la Paz residente en Mallorca; y Drets Humans de Mallorca, cuyo presidente es Bernat Vicenç. Su celebración ha sido una quimera durante los últimos diez años, desde los atentados del 6 de abril de 1994, en el que se derribó el avión en que viajaban los presidentes hutus de Ruanda y Burundi, además de varios pilotos franceses, y que dio paso al mayor genocidio desde la II Guerra Mundial.