El debate sobre las drogas en un mundo globalizado, su prevención y tratamiento, en torno a la comunidad terapéutica y del Proyecto Hombre ha sido uno de los objetivos más importantes del XXII Congreso de la Federación Mundial de Comunidades Terapéuticas: «Algo que hace 30 años, cuando empezamos, parecía una propuesta defendida por cuatro iluminados y que, en este momento, tiene una base científica extraordinaria», afirmó ayer Bartomeu Català durante la ceremonia de clausura del evento.
Aprovechar el congreso para «llenar de contenido académico el quehacer de las comunidades e incluir la investigación y la evaluación como elemento clave para la cualificación del trabajo diario y de la producción de conocimiento. Destacar la importancia de controlar y evaluar la calidad del trabajo que se lleva a cabo en la comunidad terapéutica. Evidenciar, fruto de la investigación y de la constatación práctica, que el tratamiento en comunidad terapéutica es eficaz, eficiente, beneficioso para las personas y de bajo coste», dijo.
Un congreso que finalizó sin ninguna declaración «porque estamos convencidos de que lo importante es lo que cada uno de nosotros nos llevamos en el corazón; lo vivido, lo hablado».