El Celler Montenegro, tradicional restaurante situado en pleno casco antiguo de Palma, que durante la Transición democrática fue protagonista de tertulias de políticos históricos de las Islas, cerró sus puertas ayer y pondrá fin a 38 años de historia compartida con clientela perteneciente ya a varias generaciones. «Todo lo vivido aquí debería quedar expuesto en un libro, pero no crea que dejo de cocinar pues seguiré trabajando, pero a media jornada, no hasta altas horas como antes» expresaba ayer el dueño de la bodega, Joan Llabrés Mulet, quien en 1966 se colocó al frente de uno de los cellers más conocidos de Ciutat. «Yo, -comenta Joan- he sido la tercera generación, lo fundó mi abuelo, siguió mi padre y después yo. Bueno, me he pasado mucho tiempo aquí y me ha costado un matrimonio, pero aún soy joven a mis 53 años y quiero seguir trabajando a un ritmo más moderado».
A lo largo de los 38 años de historia, el Celler ha ofrecido a su clientela las especialidades típicas de la Isla, entre ellas el frito mallorquín y etumbet, entremezcladas con las novedades en pescado y complementadas con variados postres caseros. Miles de turistas, residentes y personalidades han sido los encargados de saborear estas degustaciones.
El destino final del local no es el que hubiera deseado Llabrés, según comentó, ya que son sus tres hijos quienes deberían haber heredado el cargo dejado por su padre, pero no quieren seguir con el negocio. El restaurante, decorado con típicas botas de vino colgadas de las paredes y antiguos carteles de corridas taurinas, vivió su mejor época durante la Transición, cuando socialistas, comunistas y sindicalistas comenzaron a forjar, bajo el ambiente rústico del Celler e impulsados por la nueva etapa que se avecinaba, su carrera política. Algunos de ellos, como el ex president del Govern, Francesc Antich, el portavoz parlamentario del PSM, Pere Sampol, así como los pintores Miquel Barceló, Joaquim Ginovart y Juli Ramis, se suman a la lista. Llabrés recriminó al Ayuntamiento de Palma todas las infraestructuras exigidas, como la instalación de una mayor ventilación, el acondicionamiento y las luces en las escaleras de piedra situadas a la entrada para dotar al recinto de una mayor seguridad.
E.P / Julián Aguirre