Un grupo de Ingeniería Química de la Universitat de les Illes Balears (UIB) ensaya el enriquecimiento con fibra de naranja, sobre todo procedente de la piel, de productos como los yogures o las hamburguesas. Según informó ayer la UIB, la doctora Carmen Rosselló coordina dos proyectos de investigación en este sentido, que persiguen también aportar soluciones tanto para el aprovechamiento de los excedentes de cítricos, como para el reciclaje de los residuos, sobre todo de la piel de la naranja.
El primer proyecto, financiado por el Govern balear, en colaboración con la cooperativa agrícola «Sant Bartomeu» de Sóller, nació de la necesidad de encontrar soluciones para la eliminación de residuos de naranja «canoneta», utilizada para la elaboración de zumo en Mallorca. De forma paralela, el grupo inició un segundo proyecto, financiado en este caso por el Ministerio de Educación y Ciencia, que analiza la influencia de las variables de proceso en la obtención de fibra alimenticia, especialmente para el enriquecimiento en fibra de productos cárnicos curados.
De acuerdo con la UIB, ambos programas confluyen en la finalidad de desarrollar alimentos funcionales, que difieren de los convencionales por el hecho de contener elementos añadidos que los hacen especialmente beneficiosos para la salud. Para el desarrollo del proyecto, los investigadores han analizado el contenido en fibra de la piel y la pulpa de la naranja, y han evaluado las condiciones de deshidratación (temperatura y humedad del aire) idóneas para conseguir una fibra de naranja de calidad, según unos criterios previamente establecidos. La clase «canoneta» contiene un 6,2 por ciento de fibra alimenticia de media, un porcentaje que se eleva al 10,9 por ciento en la piel.