La carrera espacial continúa, pero ya ha dejado de ser únicamente cosa de dos (Estados Unidos y la extinta Unión Soviética). Ahora, Europa se ha añadido a la lista de 'conquistadores' espaciales con satélites que llegan incluso a Marte, y China, el poderoso gigante oriental, ha iniciado su programa de naves tripuladas. Las misiones de lanzamiento de satélites de comunicaciones, de vigilancia o militares en torno a nuestro planeta ya se han convertido en algo rutinario, pero para alcanzar este punto ha sido preciso recorrer un largo camino no exento de riesgos, desde los primeros pasos del hombre sobre la superficie lunar a la realización de complejos habitables en el espacio (la Skylab rusa o la actual Estación Espacial Internacional en construcción).
Los resultados de la aventura espacial no sólo se han circunscrito a cuestiones científicas lejanas e incomprensibles para la mayoría, sino que de ella se han derivado muchas aplicaciones e inventos que han hecho que la vida en la Tierra haya mejorado sensiblemente.
Mientras llega el esperado momento, parece que aún lejano, de un vuelo tripulado al Planeta Rojo, las sondas espaciales de Europa y Estados Unidos han continuado llegando a su órbita e, incluso, el «Spirit», un complejo robot norteamericano, está en la superficie de Marte a la búsqueda de indicios y pruebas que puedan demostrar si en alguna ocasión nuestro vecino albergó algún tipo de vida.
El motor inicial de estos viajes interplanetarios puede haber sido la mera curiosidad, intrínseca a la misma naturaleza humana, pero todos los gobiernos saben que de la investigación siempre se desprenden conocimientos que pueden ser fundamentales para la vida en la Tierra en el futuro próximo.