Me gustaría despedir el año 2003 con una buena obra, otra más de las muchas que han sido posibles gracias a ustedes.
Hace unos meses me hablaron de Rodrigo, un joven inmigrante que se vino desde su tierra natal, Guayaquil (Ecuador), a Mallorca con el fin de comerse el mundo, pero no ha tenido suerte, pues desde diciembre de 2002 está en la clínica Joan March, que fue donde le visitamos ayer.
Ayudándose de dos muletas, Rodrigo avanza por el pasillo. Le falta la pierna izquierda, amputada por encima de la rodilla. «Hace dos meses que ya no la tengo», dice, resignado, tomando asiento en el sofá, frente al árbol de Navidad. «Primero tuve un accidente (se le cayó encima un carro lleno de cocas de trampó), luego se me complicó la cosa porque me descubrieron azúcar, y por último se resolvió todo amputándome la pierna. Y aquí sigo. Anteayer hizo un año que entré aquí, y hasta que no tenga una pierna ortopédica, aquí seguiré, pues seguro que no me echan a la calle. Sin pierna no podría valerme de nada; con ella... tal vez encuentre un trabajo, ¡qué sé yo!, cuidando ancianitos, algo que me dé para poder vivir, pues a mi país, ¿sabe?, no regreso. Allí, si las cosas para una persona normal están mal, imagínese cómo pueden estar para un minusválido».
En Guayaquil, Rodrigo trabajaba como vendedor de tumbas en un cementerio privado, pero la verdad es que no ganaba mucho, «de ahí que me viniera a Mallorca buscando otros horizontes. Sí, me vine con la intención de comerme el mundo», sonríe con amargura, «pero al final ha sido el mundo quien casi me ha comido a mí».
Pese a la desgracia, y sobre todo a la soledad, no desespera. No tiene familia, ni un euro en el bolsillo. Tampoco tiene papeles, «pues la primera vez que los pedí me los denegaron. Pese a ello, la Seguridad Social me permite estar aquí, aunque no puede cubrir lo que vale una pierna ortopédica. De momento me han prestado una, para que en rehabilitación vaya aprendiendo a caminar con ella, pero no es mía. ¿Que cómo camino con ella? Mal, de momento. Me duele, ¿sabe? Pero me han dicho que todo es cuestión de acostumbrarse».
La pierna ortopédica cuesta unos 6.000 euros, según dice. «Un grupo de amigos, compatriotas míos y mallorquines, han abierto una cuenta en La Caixa por si la gente me quiere echar una mano. El número de cuenta es el 2100-0048-11-0103662759, y la referencia, prótesis Rodrigo. Tengo entendido que ya hay unos euros. No está mal. Poquito a poco creo que lo vamos a conseguir, y si la gente me ayuda, todo será más rápido».
Pues lo dicho, amigos. En vísperas de Nochevieja, días y noches de cierto despilfarro, ¿por qué no despilfarrar unos euros más en favor de Rodrigo?
Yo estoy seguro de que le vamos a ayudar.
Pedro Prieto