El Centre Econòmic i Social estima que el archipiélago comercializó un volumen de 115.000 plazas turísticas no regladas durante el año 2002, lo que implica que una capacidad de alojamiento real en las Islas de 530.000 plazas, una vez contabilizadas las 415.175 plazas oficiales. El CES sostiene que la oferta ilegal o no reglada se mantiene estable en las Islas en porcentajes próximos al 22 por ciento de la capacidad de alojamiento total.
La memoria económica del CES indica que las Islas registraron en 2002 una «reducción histórica de turistas» que cifran en 688.000 llegadas. Esta situación propició que los ingresos por turismo se situaran en 4.663 millones de euros, con una caída real del 16 por ciento y un disminución monetaria de 600 millones de euros, lo que implicó una «significativa» caída del producto interior bruto. El gasto turístico por persona y día fue de 48,1 euros, con una reducción real del 18,3 por ciento.
El CES califica de «uno de los grandes retos para Balears» la lucha contra la estacionalidad de la actividad. Durante los seis meses de temporada baja-media de 2002 se registraron el 17 por ciento de las pernoctaciones totales.